SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

miércoles, 5 de marzo de 2008

AYRTON SENNA, EL HOMBRE QUE HABLABA CON DIOS


¿Hasta dónde hubiese llegado el piloto brasileño Ayrton Da Silva Senna (1960-1994) si no se hubiera estrellado en aquella maldita curva del Circuito de Imola? Senna poseía un talento y carisma únicos para la Fórmula Uno. El talento lo forjó en los Karts, donde aprendió a deslizarse sobre mojado como los mejores lo hacían en seco. El carisma le permitió ganar tres títulos antes de su muerte, mantener un duelo fraticida -prefiriendo el choque a la derrota- contra su gran rival Alain Prost y un debutante apellidado Schumacher. Llegó a asegurar que tenía hilo directo con Dios, con quien hablaba en algunas carreras. La muerte el día anterior del piloto Ratzenberger le hizo reflexionar sobre si correr o no en Italia aquel primero de Mayo. Lo hizo. Tomó la curva de Tamburello a unos 307 kilómetros por hora, perdió el control y se estrelló contra el muro, siendo atravesado por un brazo de la suspensión de su Williams-Renault. Sobrevivió cuatro horas. Quizá era tan bueno que Dios no pudo esperar más para llamarle ante su presencia.

Publicado en La Región (05-02-2007)