SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

domingo, 16 de marzo de 2008

CINE Y BOXEO: Puños fuera (y II)





Ali (Alí, 2001)

Algo falla en la senblanza de Michael Mann sobre el grandísimo Cassius Clay-Muhammad Ali. Will Smith se preparó a conciencia para interpretar a este icono del deporte mundial. No era una mala elección porque el estilo histriónico de Smith y su buena condición física encajaban con las exigencias propias del papel (otra cosa es conseguir imitar al inimitable Ali por el ring) pero el resultado no convence plenamente. Las escenas de los combates -la narración termina en la mítica batalla en la Jungla contra Foreman- están bien realizadas pero falta algo en el ambiente. Se abarca su íntima relación con el radical Malcolm X, incluida su participación involuntaria en el ostracismo sufrido por el político, poco antes de su asesinato. Pero la sensación final no llena. Impera el desorden y la prisa en todos los temas que el director pretende tratar. Y esta sensación, curiosamente, me la han confirmado otros amantes del boxeo. Otra vez será.







Somebody up there likes me (Marcado por el odio, 1956)

Este sí que acierta. Tocado y hundido. Un jovencito Paul Newman encarna al legendario Rocky Graziano, púgil de origen italiano que llegó a ser campeón de los pesos medios, superando una durísima infancia en las calles neoyorquinas, la "educación" de un padre desastroso, el paso por la cárcel e incluso la diversas sanciones a las que fue sometido. El papel original estaba destinado a James Dean, pero su repentina muerte abrió el camino del estrellato a un Newman fortísimo, caótico, impulsivo y cándido a la vez; al nivel de Marlon Brando. La calidad del todo el elenco y la excelente dirección de Robert Wise obtuvieron como premio dos Oscars, fotografía y decorados. No olvido la primera vez que la ví. De niño, quizá un viernes o un sábado por la noche en La 2. Cuando eres pequeño todo impresiona más,así que conservo una imagen idealizada que debo contrastar en una próxima ocasión.









Fat city (Ciudad dorada, 1972)


El magistral John Huston no sólo dominaba a la perfección el género bélico y el western. Aquí nos sumerge en el boxeo más marginal, alejado de los títulos mundiales y de las grandes estrellas, muchas veces estrelladas. Alejado de los grandes gimnasios y de los grandes escenarios, como el Madison o Las Vegas. Es una historia de encuentro entre un aspirante y un decadente boxeador, ambos perdedores, los protagonistas habituales en las películas de Huston. Una historia de perdedores incapaces de salir de un ambiente decrépito, ahogados en alcohol, en la sangre seca y en el sudor de varios días. Ni siquiera confundidos por ilusiones imposibles, ya que no poseen ni el poder ni el talento ni el interés para escapar de una espiral asfixiante. Es una grandísima película en la que, como en Raging Bull o Million dollar baby, el boxeo no es el punto central, sino el medio para reflejar la decadencia social y económica estadounidense al comienzo de los años 70. Decadencia transmitida, entre otras cosas por unas imágenes de un boxeo cadavérico, decadente y sin vitalidad, ante un público no más distinguido.









Body and soul (Cuerpo y alma, 1947)


Martin Scorsese se inspiró en ella para crear las escenas de combate de su aclamada (más por la crítica que por el público) Toro Salvaje. Robert Rossen describe aquí el trayecto circular de un boxeador, un tópico repetido a la saciedad desde esta película. Partir de una vida humilde en los barrios marginales, alcanzar la gloria y un estatus de lujo, y caer de nuevo en el fango. Si cabe más abajo que cuando comenzó. John Garfield interpreta a un púgil de prometedor talento con buen corazón, con deseo de sacar de la miseria a su madre y a la novia de toda la vida. Una misión que le lleva hasta la cumbre amparándose en un promotor corrupto y sin escrúpulos. Una misión que traiciona al posarse sobre una nube de excesos, dejándose seducir por los buitres que le rodean -la chica fatal, las malas amistades y su propia soberbia- despreciando a sus seres queridos, reminiscencias del pasado.Sólo será consciente de su caída y la pérdida de sus valores cuando la frágil burbuja de cristal se rompa ante sus narices. Una historia premonitoria y válida para tantas estrellas del mundo del deporte.








The harder they fall (Más dura será la caída, 1956)


Los últimos cigarrillos de Humprey Bogart, quien no pudo siquiera ver la película proyectada. Bogart se comportó como el mejor de los púgiles soportando el rodaje en la fase terminal de su cáncer. Magistral, una vez más, aquí encarna a un periodista sin muchos complejos a quien un mafioso promotor contrata para ensalzar y publicitar la carrera de un mediocre boxeador argentino llamado Toro Moreno. Fue una clara alusión al comienzo de la trayectoria del gigante Primo Carnera (1906-1967) a quien la mafia amañó sus 30 primeros combates, haciéndole creer que los ganaba por sus méritos. De hecho, el italiano, muy ofendido, demandó a la productora sin éxito. En el celuloide tanto el ingenuo boxeador como el decadente periodista se arrepentirán de los errores y mostrarán la imagen más digna posible. La dignidad es el bien más preciado, el que nadie nos puede arrebatar cuando ya nada más poseemos.







Cinderella Man (El hombre cenicienta, 2005)


La buena sociedad entre el director Ron Howard y el actor Russell Crowe rinde homenaje a James J. Braddock, un olvidado boxeador de los años treinta. Braddock tenía una estable carrera hasta el crack económico de 1929 en los Estados Unidos. Perdidos sus ahorros en la bolsa, con una familia que mantener durante unos años terribles, siente que está perdiendo su vida descargando fardos en el puerto cuando posee tanto boxeo en su interior, así como una humillación el tener que mendigar unos dólares a la beneficiencia. Un golpe de suerte le devuelve a la competición a los 29 años, batiendo contra todo pronóstico al Campeón del Mundo de los pesados, Max Baer. La victoria de la humildad y la voluntad contra la soberbia y el derroche. Howard retrata muy bien la miseria económica de los años treinta y rueda escenas de combates más o menos meritorias. En mi opinión, tiene un pequeño defecto, la idealización del protagonista no exenta de cierta cursilería. Y un error garrafal, describir a Max Baer como un tipo despreciable y sin sentimientos. Baer era muy teatrero y payaso, es cierto. También lo es que mató de forma involuntaria a un contrincante en el ring, a Frankie Campbell. Pero Baer se encargó del mantenimiento económico de su hijo y viuda, sin tener obligación por ello. Exagerar el papel de malo para endulzar todavía más a Braddock no era necesario.









The boxer (El boxeador, 1997)



Una película protagonizada por Daniel Day-Lewis es garantía de una exhaustiva preparación. Day-Lewis, reconozcámoslo, está como una regadera. Pero es un extraordinario actor. El director, Jim Sheridan, norirlandés muy preocupado por la situación de su país, lleva a la pantalla un libro escrito por él mismo con el título de Leave de Fight to Barry McGuidan. Una obra inspirada en la vida del púgil irlandés McGuidan, ex miembro del IRA arrepentido y dispuesto a rectificar su trayectoria cuando sale de la cárcel, retomando la práctica del boxeo como un punto de encuentro universal para católicos y protestantes. Una medida que inquieta a la organización terrorista. The boxer es algo más que un canto a la paz y al entendimiento, acotando los golpes en el ring. Es una búsqueda de los valores originales del protagonista, antes de perder la cabeza con las ideas políticas: su aprendizaje bajo la tutela de un viejo entrenador, su primer amor quien ahora está casada con un militante también encarcelado, la rebeldía contra la jerarquía de tu propia tierra, de quienes sólo te consideran mártir o traidor. Una película donde amor, política y boxeo se entrecuzan de forma a veces forzada.





The set up (Nadie puede vencerme, 1949)



Una de las líneas narrativas en las películas de boxeo consiste en plasmar el auge y la caída del protagonista. La otra trata del púgil que busca la redención personal para salir de un ambiente corrupto. El director Robert Wise opta por este camino, otorgar a un estupendo Robert Ryan el perdón a costa de jugarse poco menos que la vida. Rebelarse a la mafia y vencer un combate donde había pactado un tongo, redimiéndose ante su concepto del honor y ante su mujer. Ryan había practicado el boxeo en su juventud, fundamentos que se notan en las excelentes -y bastante crueles- imágenes rodadas en el ring. Wise no se queda aquí en su inclemente crítica contra un mundo de desheredados, de explotadores de carne humana, de matones que cobran en especies a quienes no acceden a pasar por el aro, como harán con el protagonista.









Mike Tyson, the Iron Fighter (Mike Tyson, el luchador de Hierro, 1995)


Documental básico para conocer la trayectoria de uno de los más grandes pegadores (y esquivadores) de los pesos pesados, así como los motivos de su fulgurante descenso al infierno. Escrito y dirigido por Henry C. de la Casiniére para Canal Plus Francia, The Iron Fighter nos traslada al humildísimo origen de Miguelito alias "el cabezón", pandillero y delincuente que "vió la luz" cuando el gran Muhammad Alí visitó el reformatorio donde malvivía. El grandísimo preparador Cus D´amato se fijó rápidamente en él y moldeó a un máquina trituradora en el ring -con más técnica de la que parece- con paciencia oriental y mucho sentido común. D´amato estaba asistido por un excepcional equipo técnico -Kevin Rooney y Steve Lott- y administrativo -Jim Jacobs y Bill Cayton- que hubiese funcionado como una máquina perfectamente engrasada incluso después de su muerte, en 1985. La desgracia fue que dos despreciables sujetos se cruzaron en el camino de Tyson, la modelo y futura mujer Robin Givens, y el delincuente Don King. Entre ambos y la inestable cabeza del boxeador precipitaron su descenso a la miseria. Los motivos, en este excepcional trabajo repleto de imágenes inéditas.


Joe and Max (Entre las cuerdas, 2002)

Parece mentira que los estudios de Hollywood se quejen de la escasez de imaginación de los guionistas y no recurran a la Historia, cuyos sucesos superan siempre con creces a la ficción. He aquí un
tema apasionante. Los combates entre el grandísimo Joe Louis y el menos pero también excelente boxeador alemán Max Schmeling. Sus enfrentamientos, entre los años 1936 y 1939, fueron los de dos sistemas a punto de colisionar, que los utilizaron -de distinta manera, no cabe duda- como propaganda y punta de lanza. Los nazis encarnaron en Schmeling sus teorías sobre la superioridad de la raza aria, convirtiéndole en héroe de III Reich, cuando él no sólo no compartía las teorías de Hitler y Goebbels sino que tenía entre su equipo a varios judíos. Los Estados Unidos, donde la segregación estaba más asentada que nunca, vieron en Joe Louis el único capaz de parar al alemán (es conocido que muchos estadounidenses simpatizaban entonces con el régimen nazi y deseaban la derrota de un negro imbatible en el ring). En medio de este choque de dos sistemas, dos hombres realmente solos ante una presión, exigencia y rencor difíciles de soportar. Daría para una obra maestra del cine. En las manos de Steve James y su elenco, para un telefilm que sale del aprieto pero desaprovecha un filón argumental. Incluso el título en español es más digno que el original. Un aplauso por el intento.

Trailer de la película.