SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

martes, 30 de septiembre de 2008

VICKY CRISTINA BARCELONA, TURISMO Y POCO MÁS

En los últimos años me he convencido de asistir a uno de cada tres o cuatro estrenos de mi admirado Woody Allen. Vicky Cristina Barcelona es un ejemplo, muy lejos de la magnífica Match Point, por mucho que repita la siempre sensual Scarlett Johansson. Por momentos me ha parecido una excusa para montar un publirreportaje sobre turismo español (como suele ser habitual, es necesario que un famoso enamorado de nuestra cultura nos enseñe lo maravilloso que es este país todavía llamado España, mientras sus habitantes se empeñan en marchar en manada al Caribe o a Bali).

El argumento se centra en el verano de dos amigas y jóvenes estadounidenses -Vicky, interpretada por Rebecca Hall, y Cristina (Scarlett Johansson)- de mentalidad e ilusiones muy diferentes. Ambas son invitadas a pasar dos meses en Barcelona, como cualquier obrero de la construcción, vaya. Para la primera, cerebral y pragmática, es un descanso previo a su inminente boda, para la segunda, inestable y romántica, un descanso obligado tras otra infructuosa relación.

Ambas terminarán perdidamente enamoradas de un bohemio pintor español -más bien emborronador de lienzos- dispuesto a pasar por su catre a todo bicho con patas y falda (de cierto caché, eso sí). El pintor corre a cargo de Javier Bardem, víctima de un doblaje tan natural como una presentación de Anne Igartziburu (podrán comprobarlo en el trailer, lo ideal hubiese sido que el propio actor pasara por el estudio para, al menos, grabar la versión española).

Ni el propio doblaje salva a una lamentable y excesiva Penélope Cruz, en la película la neurótica esposa del artista, llamada María Elena. Confieso por esta actriz, tan aclamada en nuestro país, una inicial indiferencia, transformada en una adversión manifiesta desde aquella noche de los Óscars cuando emitió ese histérico y cursi "¡Pedrooooo!", fallida imitación de la diva Sofía Loren. "Pe" está hoy considerada como la actriz más internacional y respetada en Hollywood, lo cual refleja el paupérrimo estado del cine español y, por lo visto, de la propia meca de este circo.

Tras este injusto pero necesario degollamiento quiero añadir que la película transcurre de forma rápida, en muchas ocasiones previsible, estereotipada, con escasos toques del viejo Woody pero mucho vino y delicatessen. Nos deja el neoyorquino una irónica reflexión sobre la irresistible atracción que sienten ciertas mujeres por ese arquetipo de artista bohemio, excéntrico, canalla, botarate, de discurso tan artificioso como vacío y una jeta de hormigón armado. Idea ya expresada por otro inmortal artista, Miguel de Cervantes, en el inmortal "Quijote": "Es natural condición de mujeres, amigo Sancho, desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece".

En suma, una bella promóción sobre las muchas exquisiteces de nuestra tierra. En resumen, habrá que dejar pasar varias películas más para encontrarnos con el mejor Allen. Siempre con Scarlett, please.