SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

martes, 8 de septiembre de 2009

WAYNE RAINEY, AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS


Ahora él mira a Lorenzo y a Pedrosa con envidia desde los boxes. O a cualquier otro que cabalgue sobre el asfalto. El californiano Wayne Rainey (1960) sintió lo mismo que ellos cuando dominó su primera moto, a los siete años. Su llegada a las grandes cilindradas no fue tan espectacular, pero una vez asentado, nadie parecía superar su estilo elegante y depurado sobre una Yamaha. "Este tío pilota sobre un rail", se decía por los circuitos. Tuvo rivales extraordinarios: Schwantz, Lawson, Doohan, Kocinski, Mamola... todos miembros de la Edad de Oro de los 500 centímetros cúbicos. Tres títulos, entre 1990 y 1992, y un cuarto que no llegó. En septiembre de 1993, siempre en la cabeza, perdió el control en una curva del circuito de Misano (Italia) y nunca más se puso en pie. Paralizado de cintura para abajo, tuvo una cabeza muy activa para rehacer su vida y prosperar en los negocios. Duro castigo, ver a los demás cumplir sus sueños y preguntarse eternamente, ¿hasta dónde hubiese llegado yo de no ser por aquella curva? Aquellos maravillosos años que no volverán.

Publicado en La Región (21-04-2008)