‘Dum-dum’
es la bala estriada que penetra y destroza al salir del cuerpo. El periodista
Julio César Iglesias bautizó así al boxeador madrileño José Luis Pacheco
(1949). Su vida no cabe en estas líneas y apenas en su biografía de título descriptivo: 'Mear sangre'. Pandillero, ladrón, matón… A los 14
años se apuntó al gimnasio. A los 16 ya entró en la cárcel como miembro de
pleno derecho. Ni las palizas dominaron a este huracán. Salió a tiempo para ver
morir a su hermano y matar a disgustos a su madre. Imparable en el ring, fue
campeón de España y de Europa. También fuera de las cuerdas y a su manera, porque las
mujeres y el alcohol le impidieron pelear por el título mundial. En 1982
estampó ebrio su coche contra un camión. Le dieron por muerto. Salió adelante
con 30 clavos y cuatro placas por el cuerpo, y continuó boxeando hasta 1987.
Divorciado, retirado, arruinado, se alistó en La Legión, donde asentó su
‘Santísima Trinidad’: Franco, Hernán Cortés y Elvis Presley. Salió de allí con
honores, trabajó de vigilante de seguridad y hoy es actor. “La gente me dice
que me quiten lo bailao, pero pude haber bailao lo mismo con más cabeza”,
reconocía esta bala estriada.