No seré yo la primera persona que le recomiende esta magnífica serie de televisión de cinco temporadas. En 'Breaking Bad' se juntan todos los ingredientes posibles: entretenimiento, argumento sorprendente, acción, impresionante fotografía, excelentes interpretaciones, humor, drama, ética y filosofía... Será muy difícil que no le enganche por algún motivo.
Cuenta la historia de un profesor de química que -luego lo sabremos- pudo llegar a ser millonario y en cambio malvive dando clases en un instituto, trabajo insuficiente que le obliga a realizar horas extras en un lavadero de coches. Su tranquila, monótona, impecable vida familiar se altera cuando le diagnostican un cáncer terminal. Su mujer está embarazada y tiene otro hijo con una minusvalía.
¿Por qué a mí? ¿Por qué a mi familia? Son preguntas que muchos se harían en su situación. ¿Qué será de ellos? Nuestro profesor decide entonces adentrarse en el mundo de la droga con el objetivo de ganar y legar la mayor cantidad de dinero posible a sus seres queridos.
Este arranque de rabia, de supervivencia personal, será el comienzo de un proceso que convierte a un educado, timorato, frustrado individuo en un maquiavélico y despiadado capo de la metaanfetamina en las calles de Alburquerque, en el estado de Nuevo México, con el agravante de que su cuñado es el jefe de la DEA (departamento de antidarcóticos) en la zona.
Permanece latente el dilema existencial de si el hombre es bueno por naturaleza y lo corrompe la sociedad; o de si el hombre es malo y las leyes, la religión, el miedo al castigo, son los únicos recursos que le permiten convivir con su semejantes sin aniquilarlos. Y aún así no suponen un gran freno para algunos. Yo pienso lo segundo.
'Breaking Bad' nos entretiene y nos plantea esa pregunta. ¿Qué haríamos nosotros en una situación tan desesperada? ¿Resignación o huída hacia adelante? ¿Supervivencia despiadada o ética? ¿Ceder a nuestro instinto primario o imponer la fuerza de la razón? That is the question.