SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

martes, 29 de diciembre de 2015

Shota Chochishvili vs Fumio Sasahara (1972 Munich Olympic Games)



Con el georgiano Shota Chochishvili (1950-2009) la Unión Soviética obtuvo su primera medalla de oro olímpica en judo (Munich 72). En aquel tiempo la superioridad de los judokas japoneses en las competiciones internacionales era abrumadora. Solo dos holandeses, Geesink y Ruska, habían perturbado la hegemonía nipona que, desde 1956 -año en que se celebró el primer campeonato del mundo- era absoluta.

Contra todo pronóstico Chochishvili, que nunca fue campeón de Europa, bate en su segundo combate eliminatorio al sensacional judoka japonés Fumio Sasahara, doble campeón mundial e  indiscutible favorito, marcándole un impresionante ippon. En aquel momento, con la repesca, se podía acceder a la final aún que se perdiera un combate, pero Chochishvili pierde posteriormente frente al británico David Starbrook, dejando fuera de competición a Sasahara. Chochoshvili, que se impone en  la repesca, vuelve a enfrentarse a Starbrook en la final y esta vez la victoria es suya proclamándose campeón olímpico, el primer judoka de la Unión Soviética.

En esta fugaz grabación puede verse la histórica y contundente proyección de Chochishvili sobre Fumio Sasahara.

Shota Chochishvili (1950-2009) was the first Soviet Union Olympic gold medal(Munich 72). At that time, Japan dominated all international championships, with the exceptions of the dutch Geesink and Ruska. Chochishvili never was Europe champion, but in Munich won his second fight to the sensational Japanese judoka Fumio Sasahara, double world champion. After this magnificent ippon, Chochoshvili, won the British David Starbrook in the final. The Georgian was the first Olympic champion in the history of the Soviet Union. 
Rokudán.

martes, 8 de diciembre de 2015

FRANCO, CAUDILLO DE ESPAÑA (por Aníbal)

'Franco. Caudillo de España'. Paul Preston. Ed. Random House Mondadori.

La biografía que nos ocupa pasa por ser un clásico de entre las que se han escrito sobre el hombre que rigió España durante poco más de un tercio del  S. XX. El equivalente al 'Hitler' de Ian Kershaw, por poner un ejemplo. Sin embargo, creemos que esto es producto de una sobrevaloración, cosa que defenderemos con argumentos varios a continuación.

Una idea constante aparece en el libro y es la sensación de que Preston no hizo sino confirmar sus prejuicios tras consultar sus fuentes. O, por decirlo de otro modo, el profesor británico tenía a Franco por un ambicioso desmedido, taimado, cruel, antes de comenzar su tarea investigadora y utilizó los diversos archivos y bibliografía para certificar la validez de sus ideas previas, sin tener en cuenta hechos que demostrarían, sino lo contrario, al menos matices no desdeñables. Hay toda una serie de contradicciones que no podemos dejar de señalar.

Una primera prueba de lo que estamos comentando la  encontramos en el capítulo 1,  acerca de sus inicios militares, donde se dice que Franco se habría acostumbrado a la brutalidad de la Legión (pág. 57) para, poco después, afirmar que se horrorizó en Nador al ver los cadáveres (pág. 60). ¿En qué quedamos, era frío e insensible o lo contrario?

Recorre el libro la idea de un Franco reaccionario, religioso, no fervoroso, pero sí católico al menos en las formas. Y a pesar de ello en el capítulo 2 (pág. 86) se dice que Franco era muy estricto y obligaba a los cadetes a llevar siempre preservativos cuando salían de la academia. En todo caso esta disposición sería encomiable y no una mácula como pretende deslizar el autor.

Otra de las características propias del ferrolano sería su doblez. Preston le califica, nada políticamente correcto, de “típico gallego”: Lento, astuto, impenetrable, en varias ocasiones, (pág. 84) pero reconoce que opinó públicamente mostrándose contrario a las reformas de Azaña durante el bienio de izquierdas de la II República. ¿Dónde está pues la hipocresía?

Sobre su ansia de poder es chocante que titule el capítulo 5 “La forja de un conspirador” y dentro del mismo se pueda leer que Franco evitó en varias ocasiones dar su respuesta a Mola y además reconoce que la participación de Franco en los preparativos fue escasa. No parece pues que fuese un intrigante muy aplicado.

Dice de Franco que era sanguinario, cruel e impulsor de un sistema jurídico arbitrario de lo que incluso se habría quejado Himmler, sin embargo el hijo de Miaja (Jefe de la Junta de Defensa) fue juzgado dos veces y absuelto (pág. 259) si bien no se le dejó en libertad a la espera de poder canjearlo por otro prisionero. Otro caso que parece contradecir a Preston fue el asalto falangista de la prisión de Alicante en 1940, cuyos responsables fueron ejecutados.

Son harto curiosos los bandazos acerca del carácter del Generalísimo, ora se le tilda intransigente ora de voluble. Basta leer la nota a pie de la página 271.

Acerca de la II G.M. y la camaleónica actitud de Franco, nada nuevo bajo el sol. Para Preston no hizo más que adaptarse a las circunstancias y si bien por momentos deseó la entrada en la guerra, nunca llegó a dar el paso. Resulta curioso no obstante un extracto de un discurso de Churchill en la Cámara de los Comunes “el mérito principal se debe sin duda a la resolución española de mantenerse fuera de la guerra” (pág. 559). Preston interpreta al Premier británico diciendo que las palabras de este eran puramente tácticas e insinceras. Aquí nos movemos en el terreno de las conjeturas, lo cual pasa de ser historia a mera especulación. Abundan en todo el libro los “es posible que..”, “se ha sugerido que”, “es bastante improbable que…”, parece indudable que…”. Esto indica todo menos rigor.

A pesar de  lo escrito con anterioridad, es de alabar el intento de abordar la gigantesca tarea de plasmar la figura del quizá principal gobernante español del S. XX,  pero esta se ve lastrada, en nuestra opinión por la ya mencionada prejuiciosa postura de Paul Preston, al que quizá también cabría achacarle que descuida el gran grueso de la dictadura, dado que solo le dedica 200 páginas de las 800 de las que consta el libro en su conjunto.

NOTA: No queremos finalizar sin hacer referencia a la traducción a cargo de Teresa Campodrón y Diana Falcón, así como a los encargados de revisar la obra Enrique Moradiellos y Eva Rodríguez Halftfer. No es aceptable que se registren errores como no saber utilizar correctamente la forma impersonal del verbo haber  “hubieron comandantes” (pág. 24), “hubieron muchos intentos…” (pág. 82), o confundir el sexo de Jay Allen “la periodista americana” (pág. 18). Nos parecen fallos graves que no debieran haber pasado por alto a los revisores.

Aníbal

viernes, 2 de octubre de 2015

FERNANDO FRANCO, primer cinturón negro español de judo



El judo comienza a practicarse en España en el año 1947. Alfredo San Bartolomé, un peruano  de 35 años, cinturón negro 2º dan,  es quién imparte las primeras clases en el Gimnasio Juventud, sito en la calle de Fuencarral de Madrid, a un pequeño grupo de entusiastas, iniciados anteriormente por el coronel Pérez Acosta en unos rudimentarios conocimientos del ju-jutsu.

El grupo inicial, bajo la dirección técnica de San Bartolomé, se consolida a la vez que va ampliándose el número de practicantes y en mayo de 1950 constituyen  la Asociación Española de Judo y Jiu-jitsu, primer club de judo de España, trasladándose a un local de la calle Recoletos. Posteriormente se cambia el nombre por Bushidokwai y con el mismo nombre continua en la actualidad, por lo cual es el primero y más longevo club de judo español.

Fernando Franco de Sarabia forma parte, desde 1948, de este núcleo fundador del judo madrileño en el que pronto empiezan a manifestarse las diferencias de criterio que llevan a la disolución de la sociedad a principios de 1951, haciéndose cargo del club Fernando Franco como único propietario y con Alfredo  San Bartolomé en la dirección técnica.

Fernando Franco obtiene el cinturón verde, otorgado por el maestro Kawaishi -uno de los fundadores del judo francés y creador del método que lleva su nombre-, en un stage celebrado en Biarriz (1952); para 1953 es ya cinturón marrón. Forma sociedad en el Bushidokwai con San Bartolomé y en 1954  traslada el club a la calle Donoso Cortés; aquí se forjaran los futuros maestros y promotores de los primeros clubs madrileños, así como otros iniciadores del judo en diferentes provincias españolas.

Este mismo año ocurren dos importantes acontecimientos en su vida deportiva, que lo son también para el judo nacional. Fernando Franco y Antonio Burrieza son nombrados cinturones negros por Alfredo San Bartolomé, a la sazón asesor técnico oficioso del Departamento de Judo; pero al llegar Yves Klein –primer Asesor Técnico oficial del judo español-, el nombramiento es anulado. Fernando Franco viaja a Paris y se examina con Ichiro Abe, representante del Kodokan (Instituto fundador del judo) para Europa y con ello se convierte en  el primer español cinturón negro de judo  (diploma Kodokan 22-7-1954).

El otro acontecimiento es la participación, por primera vez, de España en los Campeonatos de Europa de judo que tienen lugar en Bruselas; Fernando Franco forma parte de Equipo Nacional junto a Enrique Aparicio, José Pons, Raúl Roviralta y Sergio Madrigal. Por equipos se gana  a Luxemburgo (3 victorias y 2 nulos); y se pierde ante Gran Bretaña (4-1).

Franco trae (1954) como profesor al  francés Yves Klein 4º dan  que ya había estado anteriormente en 1951, de cinturón azul, practicando unos meses en el Bushidokwai. En 1952, Klein se había ido a Japón y en octubre de ese año entró en el Kodokan permaneciendo hasta diciembre de 1953, mes en que vuelve a Francia después de un ascenso meteórico a 4º dan;  ascenso y  rango que no le reconoce la Federación Francesa de Judo.

En España, además de profesor del Bushidokwai,  Klein se convierte también en el primer Asesor Técnico oficial del judo español, en aquel tiempo encuadrado como Delegación Española de Judo (después Departamento Nacional de Judo), en la Federación Española de Lucha.

Yves Klein, que murió a la edad de 34 años; era pintor y hoy tiene un señalado lugar en el mundo de  la pintura contemporánea. En Madrid consolida su idea de pintura monocroma; pinta una serie de lienzos monocromos, cada uno de diferente color, que cuelga en el Bushidokwai (¿qué fue de ellos? ¡hoy valdrían una fortuna!); Fernando Franco le edita un folleto, impreso en su negocio familiar, con el titulo de Yves: Pintures, con una tirada de 150 ejemplares numerados. La estancia de Klein, personaje polémico, dura poco en Madrid ya que a finales de 1954 es fulminantemente cesado en la dirección técnica federativa.

Fernando Franco de cinturón negro 1º dan, publica a mediados de los años cincuenta, en el centro de estudios por correspondencia CCC, un Curso de Judo y Jiu-Jitsu en fascículos. Es la primera gran divulgación del judo que se hace a nivel nacional. En aquel tiempo todavía la palabra jiu-jitsu tenía más eco que la de judo, por lo cual los primeros clubs añadían conjuntamente judo y jiu-jitsu  a sus nombres.

Con  el japonés Kiyoshi Mizuno, nuevo Asesor Técnico del judo español, a la vez que profesor en el Bushidokwai así como en otros organismos civiles y militares, consigue el 2º dan en 1957;  a finales de este mismo año concluye la sociedad con Alfredo San Bartolomé quedándose el peruano con la propiedad del Bushidokwai.

Franco inaugura, en octubre de 1958, el Gimnasio Samurai, en la calle Juan Bravo de Madrid, que durante varios años será el club hegemónico del judo madrileño, manteniendo además una posición relevante en la élite del judo nacional. También imparte clases en diferentes instituciones de la administración del Estado como la Fuerzas de Orden Público, Ejército, etc., y crea una sección de judo en el Real Madrid que se mantiene hasta 1959.

El Gimnasio Samurai es todo un éxito deportivo a la vez que social. Por allí pasan importantes personajes de la política y sociedad de la época, así como destacadas figuras del judo internacional. En diferentes períodos están de  profesores, además de Fernando Franco, Sergio Madrigal, Egon Hopfner, los japoneses Takeda y Takahashi; Ignacio Alcíbar; Rafael Ortega, Rafael Hernando...

De las nueve ediciones de la Copa de S. E. El Generalísimo, la competición nacional más importante de clubs, el Samurai gana las correspondientes de los años  1966 y 1967 y ocupa la segunda plaza en cuatro ocasiones (1963-64-68-71). Rafael Ortega,  cinco veces campeón de España absoluto del peso ligero y subcampeón, en 1970, de todas la categorías, es su figura más emblemática.

Fernando Franco asciende a tercer dan y consigue el titulo de Arbitro Internacional en 1961. En 1962 es nombrado presidente del Colegio Nacional de Cinturones Negros, cargo en el que se mantiene hasta la supresión del  Colegio en 1966; los problemas en Francia entre la Federación y el Colegio de Cinturones Negros alertan a don Agustín Aznar, (primer presidente de la Federación Española) que decide poner la venda antes de que aparezca la herida. Este año asciende a 4º dan y en 1968 abre otro gimnasio, con el mismo nombre, en la calle  General Martínez Campos.

En noviembre de 1969 se celebra en el Gimnasio Moscardó de Madrid,  el primer examen de 5º dan. Vienen expresamente de Francia para formar parte del tribunal, Henri Courtine y Bernard Pariset, los más significados personajes del judo francés de la época. Fernando Franco y  el catalán José Pons son los únicos en superar la rigurosa prueba.

A principios de los años setenta, Fernando Franco tiene un reconocido prestigio y se encuentra en la cima del judo madrileño y español; publica el libro Cinturón Negro de Judo en 1971. Pero con la marcha de Rafael Ortega –profesor y líder carismático del Samurai-, para crear su propia escuela, comienza el ocaso del club y la paulatina desaparición de Franco en el escenario del judo nacional. En 1976 se va para Ecuador y  colabora, durante varios años, con la Federación de  judo de ese país. Cuando vuelve  de nuevo a España, en 1982, las cosas habían cambiado, ya era otro tiempo.

Fernando Franco de Sarabia, gran promotor del judo madrileño y notable impulsor del judo español, fallece en 1988. Al año siguiente se cierra el Gimnasio Samurai de la calle Juan Bravo, poniéndose fin, simbólicamente, a una etapa marcada por el nacimiento y expansión del judo en España. La Federación Española de Judo le otorga, a título póstumo, el 7º dan.

Rokudán

Toda la información sobre el Judo Español y Mundial en:



La vida y obra del Fundador del Judo en:

sábado, 29 de agosto de 2015

Christophe Gagliano vs Kenzo Nakamura (1997 World Championship)


El japonés Kenzo Nakamura pertenece a una singular familia de judokas en la que tres hermanos han sido campeones mundiales (Kenzo, Yukimasa y Yoshio). Kenzo supera a sus hermanos añadiendo otro título superior: Campeón Olímpico (Atlanta 96).

Christophe Gagliano era un notable competidor francés de la década de los noventa. Medallista olímpico en Atlanta 96 (bronce), en la categoría del peso ligero (-71 kg); tiene también cuatro medallas (1 de plata y 3 de bronce), en Campeonatos de Europa. Aquí se enfrenta a Kenzo Nakamura por el título mundial del peso ligero en los campeonatos de 1997, en Paris; últimos en los que el  judogi era blanco en ambos competidores.

Nakamura, en aquel momento campeón olímpico, aplica con éxito su técnica especial (uchi-mata) desbaratando las ilusiones de Gagliano y  del fervoroso público que lo jaleaba.

The japanese Kenzo Nakamura belongs to a family with three world champions brothers (Yukimasa, Kenzo and Yoshio). Kenzo also was an Olympic champion (Atlanta 96). Christophe Gagliano was a good French judoka in the 1990s. Olympic bronze at lightweight cathegory (- 71 kg) in Atlanta 96, he also won four European medals (one silver and three bronze). The two fought for the world title in Paris 1997. Last tournament with the white judogi for competitors. Nakamura used his best technique (uchi-mata) ending with the hopes of Gagliano and his fans. 
Rokudán

viernes, 14 de agosto de 2015

MARATÓN (por Aníbal)



Por lo que he leído la mayoría de las crónicas de un maratón suelen ser bastante épicas y emocionantes, creo que esta no lo será. Y no lo va a ser no por falsa modestia, ni tampoco por soberbia, sino sencillamente porque no es mi forma de contar las cosas. Ni siquiera es una crónica al uso porque con estas líneas pretendo ser de ayuda para aquellos que tienen dudas y navegan por internet buscando información sobre el maratón y sus entresijos.


Antes de nada y para que os hagáis una idea os daré unos cuantos números. Mido 1.78 peso 72 kilos y tengo 37 años. Siempre he practicado deporte aunque en algunos momentos con mayor intensidad que otros. No creo tener una especial aptitud física para el atletismo aunque, quizás, sí mental. Desde hace 4 años corro asiduamente. Empecé saliendo 3 días a la semana compaginándolo con el fútbol y poco a poco fui aumentando la complejidad de los entrenamientos. Al principio solo 35/40 minutos de carrera continua y a veces cuestas, luego ya introduje fartlek, series, abdominales, lumbares, gimnasio. En cuanto a competir también me lo tomé con mucho sosiego. Primero carreras de 6 kms, más tarde de 10 y, ya por fin, medio maratón (concretamente 4).


Lo del maratón era algo que me empecé a plantear hace 3 años y sin obsesionarme fui poniendo las bases hasta que una noche de cena con los amigos nos envalentonamos gracias a un par de botellas de vino y nos comprometimos a viajar a Ginebra para correr el maratón en esa ciudad. Pero dejemos eso para más adelante.


Lo más duro del maratón no es la carrera en sí, sino los cuatro meses previos en los que hay que llevar a cabo la preparación específica. Hace falta paciencia, mucho cariño y muchas ganas de cumplir el objetivo. Si corres habitualmente y dispones de tiempo es algo que puede hacer cualquiera, otro cantar es cuál es el tiempo que quieres marcar en la llegada.


Mi objetivo era bajar de 3h 30 min. ¿En qué me basaba? En mis marcas recientes. En carreras de 10km, 41min 05segs y medio maratón 1h 34min 45 segs. Debo reconocer que incluso aspiraba a acercarme a 3h 20min porque el medio maratón que hice 2 meses antes del gran día no lo corrí a tope.


¿En qué consistió la preparación? En primer lugar os diré que lo dividí en dos partes de dos meses cada una. En ambos casos salía 5 días. Durante la primera parte aumenté progresivamente los kilómetros semanales de 50km fui aumentando hasta llegar a 70km, en esta parte no hice series aunque sí machacaba ritmo (4:40). Más o menos en los dos primeros meses acabé haciendo 450 km. Los dos meses siguientes ya afiné más y hacía series sobre todo de 3.000, 2.000 y 1.000 mts. y por supuesto las tiradas largas. Sin embargo tuve un problema en la rodilla, en el vasto interno de la rodilla derecha,  a 5 semanas de la carrera. Estuve dos semanas sin hacer nada tratándome con fisioterapia. Pensé que todo el trabajo se iba al garete, por suerte pude reanudar a 3 semanas los entrenamientos aunque con mucho cuidado sin sentir ningún tipo de molestia. Finalmente solo pude hacer dos tiradas largas de 2 horas y 2h 30min respectivamente. En total en estos dos meses finales hice unos 350 km.


Durante la preparación fui al fisioterapeuta al menos una vez por semana. Cuatro días antes de la carrera me di el masaje final. Todo estaba en su sitio.


Con esto, cuando salimos hacia Ginebra estaba nervioso pero a la vez aliviado porque sabía que de un modo u otro iba a correr mi primer maratón y estaba  convencido de que lo iba acabar. La incógnita era la marca. Conseguí dominarme y ser realista para fijarme como meta bajar de 3h 30mins. Mi orgullo competitivo me decía que podía acercarme a 3h 25min pero no quería darme un batacazo, más si tenemos en cuenta que era mi primer maratón.


El día anterior a la carrera traté de andar lo menos posible pero aun así visitamos la ciudad. Al mediodía comí pasta y por la noche también, a eso de las 9. A las 10 y media al sobre.


No es que durmiese especialmente bien pero conseguí descansar, supongo que serían los nervios. Me levanté a las 6:30 para desayunar. Nada de experimentos. Zumo de naranja, plátano, pechuga de pavo, y yogur con muesli. Fui al baño como es habitual antes de las carreras y de allí a poco a la parada de tranvía para llegar a la salida. Una vez allí, dejamos las mochilas y poco antes de las 9:30 me embadurné con vaselina para evitar cualquier percance. A las 9:35 ya estaba listo para comenzar. Calentamiento de las articulaciones, sobre todo rodillas y tobillos. Me sitúe al final de la zona de 3:30. Las condiciones meteorológicas eran perfectas 16°C, apenas soplaba el viento y el cielo estaba cubierto.
 
Una vez que se dio la salida eché a correr suavemente a 5:20 aprox. Viendo a una distancia prudencial la bandera de 3:30. No me cebé ni me puse nervioso, quería utilizar los primeros 10 km como forma de ver cómo estaba y me sentí bien. En esos 10 km aumenté de forma muy suave el ritmo y ya tenía a 50 metros al globo en el km 9. Creo que en el 14 le alcancé. En todo momento me veía bien, nada apurado y con la respiración nada agitada. En todos los avituallamientos bebí y en 4 de ellos coincidiendo, aproximadamente con los km 10, 20, 28 y 35 tomé geles de los que daba la organización. En el km 18 creo recordar que me vine un poco arriba y me fui unos metros por delante del globo pero a los 4 km la precaución ¿quizás excesiva? hizo que me dejase atrapar por el grupo. Todo transcurrió sin sobresaltos entre urbanizaciones, viñedos y tierras de labor hasta que llegamos al km 34 con una bajada pronunciada que te conducía a la ciudad, esa bajada me supo a gloria e incluso pensé en irme del grupo pero cuando volvimos al llano, en la carretera que bordea el lago, empecé a darle a la cabeza otra vez y preferí quedarme. En ese instante tuve que esforzarme porque me dio la sensación de que flaqueaba. Creo que fue algo más mental que físico. Pensé “!Aún 7 km¡” pero me controlé y mantuve el ritmo.

Sin embargo a 2 km tuve otra pequeña crisis en parte porque me empeñé en beber en el último avituallamiento y casi me atraganto, me quedé a 100 mts del globo pero mantuve la calma porque ya sabía que si no había un descalabro iba a conseguir la marca objetivo. El último km fue, creo, el más lento, entré andando en la meta, no tanto por cansancio como para saborear que había cumplido mi objetivo, 3h 28min 45segs.