SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

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viernes, 4 de enero de 2013

PARTIDOS LEGENDARIOS / CLASSICS GAMES: 1989 NBA PLAYOFFS GAME 5 CLEVELAND VS CHICAGO




Michael Jordan, grande entre los grandes, merecería por sí mismo una sección propia en esta serie. Sirva como pequeña muestra de su leyenda este partido, el quinto y decisivo de la primera ronda de los playoffs del año 1989, disputado un 7 de mayo contra el Cleveland Cavaliers, una de sus víctimas favoritas.

Recordaremos aquí al Jordan de sus primeros años en la NBA: explosivo, espectacular, icono ya de una generación de millones de jóvenes espectadores, líder indiscutible de un pujante Chicago Bulls. Pero inmerso en una cruzada particular por demostrar al mundo que era mucho más que el mejor anotador de la Liga –más de 32 puntos de media- y el mayor vendedor de camisetas de la historia, una misión similar a la de Lebron James.

Aquel Chicago tenía ya bien asentadas las bases de su posterior dominio en la NBA. El inclasificable Bill Cartwright había sustituido a Charles Oakley –íntimo de Air y pese a su monumental enfado- en el puesto de pívot, mientras Scottie Pippen y Horace Grant –todavía sin sus clásicas gafas- aprendían el oficio. John Paxson, en un papel muy secundario, el bombardero Craig Hodges, Sam Vincent, Brad Sellers y el canoso David Corzine –imposible imaginar a este jugador en la NBA actual- integraban las rotaciones. En la dirección, el frenético Doug Collins amaba el protagonismo y contaba a su lado con el ‘becario’ Phil Jackson.

Si Chicago estaba de moda, Cleveland no era menos. Un atractivo equipo entrenado por otro exjugador, Lenny Wilkens, posteriormente el técnico con mayor número de victorias de la historia. Un señor entrenador, elegante y comedido en las formas. Un tipo con clase. Sus Cavaliers habían terminado la fase regular con el segundo mejor récord del Este, tras unos intratables Pistons, y apuntaban a la final de conferencia, gracias a un estilo alegre y colectivo.

Contaban con dos elegantísimos jugadores, Larry Nance –extraordinario concurso de mates en 1984- y Ron Harper –también compitió en los concursos de Seattle 87 o Houston 89- a quien muchos comparaban con Jordan por su parecido físico. Mark Price, más cercano a Steve Nash que a John Stockton, ocupaba el puesto de base, con magníficos porcentajes de tiros libres y triples, mientras el tan excelente como frágil Brad Daugherty imponía su técnica bajo el aro. El único ‘lunar’ y error histórico de gestión fue el ala pívot ‘Hot’ Rod Williams, irregular jugador al que Cleveland pagó una millonada para mantener en el equipo cuando se convirtió en agente libre. Llegó a ganar más que Jordan en una temporada (sic). La inversión se convirtió en una ruinosa operación.

El bonito pero antiguo ‘Richfield Coliseum’ -apenas 20.000 espectadores- fue el escenario de un disputado y emocionante partido. Igualado desde el comienzo. Curiosamente, Jordan comenzó tan despistado como desconocido. No anotó durante los cinco primeros minutos, recibió un taponazo de Harper, ocupó el puesto de base director –idea de un Doug Collins empeñado en demostrar que su chico podía rendir en varios puestos- y cometió dos faltas que le relegaron al banquillo. Chicago se mantuvo vivo en el primer cuarto gracias a la aportación de sus compañeros y de un inspirado Scottie Pippen (28-24).

Jordan comenzó a carburar a partir del segundo período, pese a fallar -¡era humano!- un mate estratosférico durante un contragolpe, pero el juego colectivo de Cleveland dominaba siempre el marcador, con ventajas de entre uno y siete puntos. Fue Pippen, el casi siempre fiel escudero, quien desplegó un juego total en ambos campos, con los lógicos errores de juventud. Por parte local, destacó el marginal Craig Ehlo, alero blanco muy infravalorado por este deporte, pese a una sólida carrera profesional. Después será uno de los protagonistas en el final.

Tras un ajustado 48-46 en la primera parte, la competencia comenzó a incrementarse en la segunda. El tercer cuarto fue el de la recuperación espectacular de Jordan, autor de 18 de los 23 puntos de Chicago, con canastas de todo tipo y factura: penetraciones, suspensiones, juego al poste… Nadie podía defenderle. Pero no importaba mucho, pues Cleveland seguía por delante -75-69 al final del tercero- gracias a la dirección y acierto exterior de Mark Price.

El último cuarto comenzó de forma trepidante. Con un duelo espectacular entre Jordan y Craig Ehlo, quien no estaba invitado a la fiesta y contaba 16 puntos saliendo desde el banquillo. La inspiración de Michael, bien secundado bajo el aro por Grant permitió, por fin, a Chicago adelantarse en el marcadora a falta de seis minutos, 82-84. El balón incrementaba su temperatura. Mientras Jordan asumía toda la responsabilidad, los Cavaliers acusaban los nervios y confiaban sus opciones en Ehlo, héroe inesperado.

Así se alcanzó el último minuto. Pippen marcó un triple -95-97- que Ehlo devolvió con otro -98-97- en la cara de Jordan, a falta de 19 segundos. ‘Air’ no se amilanó, respondiendo con un canastón tras finta y con codazo a su rival. Es el 98-99, a falta de 6 segundos.

Balón para Cleveland en la banda de Chicago. Elho sacó, recibió la pelota casi en mano de Nance y corrió como un misil hacia la canasta, logrando dos puntos entre varios rivales y con un público entregado. Jugada casi magistral, si no fuese por dejar la última posesión al rival. 100-99, a flata de sólo tres segundos.

¿Partido decidido? Nunca, cuando Jordan es tu rival. Balón a la banda. Brad Sellers buscó a un compañero. Entonces Jordan se zafó cual pantera del marcaje de Nance y Ehlo. Recibió, sorteó a Ehlo botando con la mano izquierda y lanzó una de las suspensiones más famosas de su carrera, porque anotó el tiro tras mantenerse un segundo más en el aire que todos los rivales que intentaron taponarle. La secuencia es ya historia del baloncesto. El salto de celebración fue quizá comparable al del tiro, mientras Ehlo se derrumbaba desesperado y Doug Collins corría como un loco por la pista. Jordan terminó con 44 puntos, 9 rebotes y 6 asistencias. Chicago eliminó a Cleveland y accedió a la semifinal de conferencia, donde esperaban los Knicks de Rick Pitino. Otra serie donde el gran mito de Brooklyn aumentará su leyenda.

Este partido podría ser el culminante para cualquier jugador del mundo. Para Jordan simplemente fue uno más. Es la diferencia entre los dioses y los mortales.

Michael Jordan is one of the greatest basketball players. In 1989, game five vs Cleveland Cavaliers, he won the match with a incredible shot. Cleveland was a very good team -Nance, Harper, Price, Ehlo, Daugherty- but Chicago began to write the dinasty. An unforgettable game.