Carlos Monzón (1942-1995) fue en el boxeo lo que Maradona en el fútbol o Fangio en automovilismo para Argentina. De origen indio -descendiente de los Mocovíes- trabajó como lechero, limpiabotas y repartidor, antes de pasar varias veces por la cárcel y ocultarse una temporada en Brasil, acusado de proxeneta.
En el boxeo encontró la gloria y en la calle el infierno. Su primera mujer le pegó dos tiros, dejándole una bala en la espalda como recuerdo. Junto a la actriz Susana Giménez vivió una relación tormentosa y alcohólica. Con su última mujer, Alicia Muñíz, protagonizó un idílico San Valentín en 1988, ya retirado. Ambos se precipitaron desde el balcón de su casa después de una discusión. Ella murió en el acto, él se rompió dos costillas. Lo acusaron de maltrato y condenaron a 11 años de prisión. En libertad condicional, un accidente de coche cuando conducía con su amigo Gerónimo Motura, terminó con la vida de ambos, en 1995. Puños de acero y cabeza de trapo.
Publicado en La Región (25-10-2006)