La gloria es efímera. El jugador de béisbol venezolano Ugueth Urbina (Caracas, 1974) logró lo más difícil, donde muchos se pierden. Arribar a los Estados Unidos, mantenerse casi una década en los profesionales, en la mejor liga del mundo, y proclamarse campeón, en 2003. Nunca olvidará ese año, cuando su madre Maura, fue secuestrada por las FARC, quien exigió un rescate de seis millones de dólares. Finalmente liberada, no sería desdeñable pensar que cierta esquizofrenia creciese en la mente de Urbina, establecido en una finca fortificada, cercana a la capital. En cualquier caso, en octubre de 2005, fue acusado de agredir a cuatro empleados de su propiedad. Primero, con un machete; después, quemándolos con gasolina. En 2006, la estrella nacional fue condenada a 14 años en una prisión de máxima seguridad, junto a 430 delincuentes de lo mejorcito de Caracas. Adiós a una carrera estable. Quien ayer lo tuvo todo hoy se arrepiente de su inconsciencia en la celda, anisando una apelación que lo devuelva a la libertad, la familia y el bate.
Publicado en La Región (01-12-2008)