SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

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viernes, 3 de julio de 2015

LECTURAS PARA EL VERANO (por Aníbal)



Han sido muchísimas las páginas que se han escrito sobre la conquista de México. Todas ellas se basan en dos fuentes fundamentales, la Crónica de la conquista de la Nueva España de López de Gómara, quien, curiosamente, nunca estuvo en América y ésta, de la que vamos a hablar.


Este relato, que no crónica, denominación denostada por el autor por parecerle que esta falsea la realidad al aderezarla, tiene grandísimo valor por tratarse de una fuente primaria de más de 1000 páginas, el grueso de las mismas se centra en la obra del archiconocido Hernán Cortés pero comienza antes, con la primera expedición, la de Fernández de Córdoba, en la que ya había tomado parte Díaz del Castillo. El objetivo de este, al escribir, no fue el de satisfacer curiosidad alguna, sino defender sus méritos y reclamar la recompensa que a su juicio merecían, tanto él como sus compañeros de conquista.


Muchas veces ha sido resaltada la ambición desmedida de los conquistadores españoles y es cierto que la tenían ¿cómo de otro modo podrían haber superado las adversidades del medio y la hostilidad de los indios? aunque, con todo, quizás no tanta pues a miles de kilómetros de la autoridad ¿qué les impedía haberse coronado como reyes, incluso emperadores, de los nuevos territorios que habían dominado? Más al contrario, en todo momento presentan al rey Carlos I como autoridad a la que deben obedecer los nuevos súbditos. Los conquistadores se reconocen como meros representantes. En todo momento está presente el espíritu de la Reconquista, pero esta vez la monarquía ya no era débil y no permitió una feudalización de los nuevos territorios.


Para comprender el carácter reivindicativo, es importante recordar que el modo en que se llevó a cabo el descubrimiento y conquista de las nuevas tierras se fundamentaba en la iniciativa privada con el permiso del rey, es decir, los conquistadores por su cuenta y riesgo y corriendo con los gastos, organizaban las expediciones con lo que una vez obtenidos nuevos territorios esperaban que el monarca les beneficiase con la concesión de dignidades y cargos.


La prodigiosa memoria de Díaz del Castillo nos llevará desde las primeras expediciones, pasando por la fundación de la Villa Rica de la Veracruz, la Noche Triste, Otumba, la toma de Tenochtitlán, hasta las últimas expediciones de Cortés por Centroamérica y su vuelta a España para reclamar, ante el ya emperador, lo que consideraba que merecía por los servicios prestados. No rehúye ningún detalle por escabroso que sea, las tropelías contra los indios, la esclavitud de los que no se avienen a la paz, las tensiones entre los conquistadores, los sacrificios de los capturados por los mexicas, etc. Prueba de esa retentiva portentosa es, por ejemplo, la relación de las batallas en las que participó o la enumeración con nombres y apellidos de los conquistadores y el lugar y causa de su muerte.
 
En definitiva, una obra fundamental para comprender la magnitud de la hazaña de Cortés.

Aníbal


Historia verdadera de la conquista de la Nueva España por Bernal Díaz del Castillo. Edición de la Real Academia Española con estudio y notas de Guillermo Serés.