En 1969, dos países vecinos y sólo hermanados en la miseria, Honduras y El Salvador, disputaron una breve guerra de cuatro días en lucha por la tierra y supervivencia del sistema terrateniente. Para su justificación encontraron la chispa perfecta en una eliminatoria previa al Mundial del Fútbol de 1970, bien secundados por los medios de comunicación y una turba encantada de matarse. Así de simple, así de triste.
Este suceso y una breve semblanza del gran Michael Robinson, en la página semanal de 'Sueños de Olimpia' en el Diario 'La Región', que invito a leer en el siguiente enlace.