En la década de los setenta, todavía eran frecuentes los combates de judo sin categorías de peso. En la competición obligatoria y previa al examen de grado para cinturón negro, se colocaba a los aspirantes, a ojo de buen cubero, en grupos habitualmente de seis, para constituir las correspondientes ligas. No era nada raro que uno de sesenta quilos compitiera con otro de ochenta
Había también la Liga
Nacional, competición por equipos entre las Federaciones Regionales de la
época. Los equipos se componían de cinco judokas y competían todos contra todos
sin límite de peso. Por ello los judokas ligeros estaban obligados a saber cómo
competir con los de mayor peso.
El ideal original del
judo era que el débil, ayudándose de la técnica y del concepto fundamental del
desequilibrio, pudiera batir a los más grandes en tamaño y peso. Este ideal lo
representaban muy bien dos ligeros de los años sesenta y setenta, Víctor
Gaspar y Rafael Ortega, compitiendo con éxito en la desaparecida división de
Todas las Categorías.
En Galicia, Marcial
Lantes, en los años setenta, era el genuino representante de este paradigma.
Con un peso de 62 kg, y alrededor de 1.60 m de estatura, era impresionante
verlo, en la dura Liga Nacional, proyectar con su fulgurante sode-tsuri-komi-goshi(hidari)
a rivales que le sacaban más de treinta quilos. Marcial fue el primer judoka
masculino de la Federación Gallega que consiguió medallas en Campeonatos de
España absolutos (bronce, Málaga 1973 y Vigo 1974).
Marcial comenzó el judo
en Ferrol, de la mano de Luis Cano uno de los iniciadores y primeros maestros
del judo gallego, cuando ya tenía veintisiete años. Con unas portentosas
condiciones físicas, es fácil suponer lo que hubiera sido su trayectoria
deportiva de haberse iniciado diez años antes.
Los más veteranos
recuerdan la final del campeonato de Galicia de todas las categorías (marzo 1972) disputada
en los bajos del Hotel Finisterre de La Coruña. Llegaron a la final Marcial y
Manuel Lago (Foca); éste procedía de la lucha grecorromana y era una montaña de
músculos con más de noventa quilos y fuerte como un toro; ¿se vería el pequeño
Marcial arrollado por la fuerza y la heterodoxa manera de competir de Foca?
Enseguida se disiparon
las dudas, el arrollado fue el luchador de Vigo, desbordado por la rapidez y
acometividad de Marcial y puesto en el aire por su personal sode-tsuri-komi-goshi,
que le dio la victoria de forma indiscutible, premiada con una sonora y
entusiasta salva de aplausos del público apretujado en las reducidas
dimensiones del local.
Marcial Lantes Felipez
falleció el pasado septiembre, a los ochenta años. Con él se va una manera, hoy
olvidada por los ligeros, de competir en judo.
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