SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

domingo, 24 de octubre de 2021

MARCIAL (por Rokudán)

En la década de los setenta, todavía eran frecuentes los combates de judo sin categorías de peso. En la competición obligatoria y previa al examen de grado para cinturón negro, se colocaba a los aspirantes, a ojo de buen cubero, en grupos habitualmente de seis, para constituir las correspondientes ligas. No era nada raro que uno de sesenta quilos compitiera con otro de ochenta

Había también la Liga Nacional, competición por equipos entre las Federaciones Regionales de la época. Los equipos se componían de cinco judokas y competían todos contra todos sin límite de peso. Por ello los judokas ligeros estaban obligados a saber cómo competir con los de mayor peso.

El ideal original del judo era que el débil, ayudándose de la técnica y del concepto fundamental del desequilibrio, pudiera batir a los más grandes en tamaño y peso. Este ideal lo representaban muy bien dos ligeros de los años sesenta y setenta, Víctor Gaspar y Rafael Ortega, compitiendo con éxito en la desaparecida división de Todas las Categorías.

En Galicia, Marcial Lantes, en los años setenta, era el genuino representante de este paradigma. Con un peso de 62 kg, y alrededor de 1.60 m de estatura, era impresionante verlo, en la dura Liga Nacional, proyectar con su fulgurante sode-tsuri-komi-goshi(hidari) a rivales que le sacaban más de treinta quilos. Marcial fue el primer judoka masculino de la Federación Gallega que consiguió medallas en Campeonatos de España absolutos (bronce, Málaga 1973 y Vigo 1974).

Marcial comenzó el judo en Ferrol, de la mano de Luis Cano uno de los iniciadores y primeros maestros del judo gallego, cuando ya tenía veintisiete años. Con unas portentosas condiciones físicas, es fácil suponer lo que hubiera sido su trayectoria deportiva de haberse iniciado diez años antes.

Los más veteranos recuerdan la final del campeonato de Galicia de todas las categorías  (marzo 1972) disputada en los bajos del Hotel Finisterre de La Coruña. Llegaron a la final Marcial y Manuel Lago (Foca); éste procedía de la lucha grecorromana y era una montaña de músculos con más de noventa quilos y fuerte como un toro; ¿se vería el pequeño Marcial arrollado por la fuerza y la heterodoxa manera de competir de Foca?



Enseguida se disiparon las dudas, el arrollado fue el luchador de Vigo, desbordado por la rapidez y acometividad de Marcial y puesto en el aire por su personal sode-tsuri-komi-goshi, que le dio la victoria de forma indiscutible, premiada con una sonora y entusiasta salva de aplausos del público apretujado en las reducidas dimensiones del local.

Marcial Lantes Felipez falleció el pasado septiembre, a los ochenta años. Con él se va una manera, hoy olvidada por los ligeros, de competir en judo.


Rokudán

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