SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

miércoles, 26 de marzo de 2014

¡QUE BELLO ES MORIR! (por Rokudán)



Para un político de altos vuelos, nada mejor que morirse para que los defectos se transformen en virtudes y que los encarnizados enemigos, que en vida lo despedazaban,  pasen a ponerlo de ejemplo a imitar y, con cara compungida, lo señalen como una irreparable pérdida política.

Este comportamiento se repitió hasta la náusea con el reciente fallecimiento de Adolfo Suárez por parte de aquellos partidos y personajes que en su momento lo apuñalaron con ferocidad y que despectivamente le llamaban “chusquero de la política”. Recordemos, cuando gobernaba, los despiadados ataques del PSOE y de las frases que le dirigía Alfonso Guerra: “el tahúr del Mississippi con chaleco floreado”; “un perfecto inculto procedente de las cloacas de franquismo”; “se subiría a la grupa del caballo de Pavía si entrara de nuevo en el Congreso”, recordando lo que había pasado en la Primera República (por cierto, el general Pavía no entró en el Congreso ni a caballo ni a pie, fue la Guardia Civil bajo el mando de un oficial la que hizo el desalojo).

Adolfo Suárez González se formó y creció políticamente en las filas del franquismo, donde llegó al cargo de ministro Secretario General del Movimiento, es decir, la esencia doctrinal del Estado del 18 de Julio. Hombre de escasas lecturas pero con una ambición desmedida, buen olfato político, valiente y decidido, conocía a la perfección todos los vericuetos del Régimen en donde se movía como pez en el agua. Esto no pasó desapercibido para el entonces Príncipe de España, don Juan Carlos de Borbón que, al  convertirse en rey, vio en Suárez la persona ideal, junto con el cerebro de la Reforma Torcuato Fernández Miranda, para liberarlo de sus solemnes juramentos a las Leyes Fundamentales y lidiar con los políticos y militares opuestos a la demolición del Estado que dejó Franco.

Cambiar de ideales políticos o religiosos es respetable, siempre que partan de una reflexión y, sobre todo, no suponga un interés material evidente o que, por cobardía intelectual, convenga remar a favor de la corriente; cuando no es así deja de ser decente y se denomina cambiar de chaqueta. Suárez pasó, en un abrir y cerrar de ojos, de la lealtad inquebrantable a los Principios del Movimiento al, hasta  entonces, denostado sistema demo-liberal. A partir de ese momento, con el afán del nuevo converso, empezó a destruir su pasado político anterior y amargarle la vida  los que se lo recordaban como Rafael García Serrano, Jaime Campmany o Emilio Romero, entre otros.

Don Juan Carlos pronto borboneó al sensato Fernández Miranda y, para desgracia de España,  Suárez quedó al frente de la Reforma política (borbonear es un verbo relativo a la dinastía de los Borbones que significa utilizar a sus más fieles servidores para tareas complicadas y después darles la patada. Es lo que hizo don Alfonso XIII con  Antonio Maura y el general Primo de Rivera, y don Juan Carlos I con Fernández Miranda, Suárez y los generales Armada y Milán del Bosch).

Suárez libre de la tutela de Fernández Miranda (ni siquiera fue a su entierro) y en sintonía con el rey, dirigió el cambio político hacia la partitocracia (vulgarmente llamada democracia). A la vez que destruía la Administración e instituciones franquistas las utilizaba para ganar las elecciones; también engañó al Ejército prometiéndoles que no se legalizaría el Partido Comunista. Como buen centrista, favoreció a los partidos de izquierda cuya influencia en la sociedad era minúscula, hasta acabar entregándoles  la TVE y dividió a la derecha de la cual renegaba.

En su deriva izquierdista, coqueteó con Arafat y otros conspicuos personajes del Tercer Mundo; la ETA atentaba sin parar ante la inoperancia de su gobierno; el paro subió a dos millones (¡quién nos diera ahora esa cifra!) y se hizo una Constitución cuyos errores hoy padecemos. El principal, sin la menor duda, fue el engendro autonómico, gigantesca estafa que Suárez, los partidos y el Rey metieron a los españoles; principal causa de la ruina y el desguace actual de España. Por solo esto, merecen ya pasar al basurero de la historia.

En 1980 las cosas estaban muy mal y la magia de Adolfo Suárez ya se había evaporado. Todos estaban contra él: la oposición; el rey, que deseaba echarse en brazos del PSOE; el Ejército; los sindicatos; y hasta en su propio partido, los llamados barones que se consideraban todos más listos que Suárez, conspiraban contra él. Se preparó un golpe de estado para echarlo pero él se adelantó y dimitió. De lo que pasó en el 23 de febrero de 1981 y su gestación se va conociendo la verdad, pero ya García Trevijano, dos días después, apuntó directamente a S.M. el Rey; lo sigue manteniendo y nunca fue desmentido ni procesado.

Suárez abandonó UCD y creo otro partido, el Centro Democrático y Social, más escorado a la izquierda. La gente que ahora tanto lo ensalza no lo votó y el CDS acabó con más pena que gloria; Suárez se retiró de la vida política. A partir del 2004, una terrible enfermedad lo apartó definitivamente del mundo.

Rokudán

viernes, 21 de marzo de 2014

SUEÑOS / DREAMS

El cielo sobre mi cabeza y el agua bajo mis pies. 
The sky over my head and the sea under my feet.

jueves, 20 de marzo de 2014

HOLLYWOOD TEME AL LOBO



De entre todas las candidatas al Oscar que he podido ver este año, ninguna se acerca al nivel de 'The wolf of Wall Street' (El Lobo de Wall Street). Leonardo DiCaprio y Martin Scorsese forman de nuevo un dúo magnífico para contarnos la vida de Jordan Belford, un corredor de bolsa convertido en insaciable millonario y depredador de todo tipo de vicios. El sexo, drogas y rock and roll, lema de cualquier estrella musical se transforma en sexo, drogas y bolsa. Scorsese mantiene su lenguaje directo, sin concesiones políticamente correctas -elementos que no gustan en Hollywood ni al sensible público occidental- logrando que una película de tres horas transcurra de forma tan fulgurante como trepidante. DiCaprio, sensacional.

Scorsese no juzga, expone una visión sobre el circo de la Bolsa y el mundo de las finanzas, una jungla sin escrúpulos donde un lobo salvaje puede campar a sus anchas. Frente a él, se contrapone la figura íntegra de un agente del FBI que persigue los delitos fiscales y se obsesiona por capturarlo. Una película de Oscar -como tantas otras- aunque a la academia le produzca alergia.

martes, 11 de marzo de 2014

11 DE MARZO DE 2004

En su memoria, queremos saber lo sucedido durante los tres días más bochornosos de nuestra Historia.
"Quien busca la verdad corre el riesgo de encontrarla" 

miércoles, 5 de marzo de 2014

JUGAR A SER DIOS



Leo en la sección ‘El Mundo que viene’ del diario nacional ‘El Mundo’ la casi siempre interesante entrevista a un casi siempre interesante personaje del mundo científico o intelectual. En este caso la publicada el 11 de enero de 2014 con el inventor y experto informático neoyorkino Ray Kurzweil, autor del libro ‘Cómo crear una mente’ (Lola Books, 2013) donde expone su teoría del cerebro y la posibilidad de recrear sus funciones con la ayuda de un ordenador. Una propuesta ilusionante, apasionante, pero con un cariz cuando menos inquietante según avanza la lectura.

“En 2030 podremos conectar el cerebro a otro exterior que lo hará más potente”, afirma el experto. La idea es simple: “Será un híbrido de nuestro neocórtex biológico […] nuestros conocimientos, recuerdos y habilidades estarán almacenados en la nube, almacenados ahí a salvo de cualquier enfermedad o accidente […] Esa extensión crecerá exponencialmente en los próximos años y será nuestro cerebro dominante en apenas una o dos décadas”.

¿Cómo será ese ‘asistente’ y nuestra conexión física con él? “Habrá transmisores minúsculos del tamaño de nuestros leucocitos que podremos introducir sin cirugía en nuestro cerebro”.

Esa tecnología abre una puerta inmensa. La de crear seres similares a nosotros con un cerebro incluso superior. ¿Es posible? “Mi impresión es que habrá dispositivos capaces de desarrollar algunas tareas humanas en apenas cinco años y dispositivos al nivel del ser humano en apenas 16”, afirma Kurzwell.

Todos pensamos en el siguiente paso. El periodista Eduardo Suárez también y pregunta:

-¿En algún momento tendrán derechos estos robots?
-Llegará el momento en que habrá dispositivos más inteligentes que los seres humanos, capaces de enfadarse o sonreír. Habrá quien defina esos sentimientos como simulaciones de la realidad […] Mi impresión es que no nos convendrá llevarnos mal con ellos y que les concederemos los mismos derechos que a una persona.

Como dato personal, el investigador confiesa que ingiere nada menos que 150 pastillas diarias, suplementos de vitaminas y minerales “para estar sano hasta que los científicos puedan modificar los genes que causan enfermedades como el cáncer o la demencia senil”. De hecho, alberga el objetivo de devolver la vida a su padre: “El proyecto es crear un avatar al que yo no pueda distinguir de mi padre […] Tengo a mi alcance información suficiente –ADN- para ello”.

Estas declaraciones nos hacen reflexionar. De inmediato nos invaden imágenes de películas como ‘Terminator’, ‘Blade Runner’, ‘Yo, robot’, ‘Inteligencia Artificial’… En las cuales la ambición del ser humano por convertirse en un Dios creador y/o aspirar a la inmortalidad terminan con resultados catastróficos.

Todos quisiéramos vivir más y mejor. Hacerlo extensivo a nuestros seres queridos. Devolverles la vida cuando una tragedia trunca su trayectoria. Es humano, lógico y razonable. Pero ¿Estamos preparados para ello? Y no es el aspecto físico el más importante. ¿Está cualificada psicológica, moral y filosóficamente nuestra especie para gestionar semejante poder? ¿Quién establecería los límites? ¿Cuáles serían? ¿Quién controlaría a los científicos? ¿Y a los gobiernos? ¿Qué cambio supondría en los países con gran influencia religiosa? ¿Qué víctimas –experimentos erróneos- se quedarán por el camino hasta la perfección? Son preguntas que asustan a cualquiera, más en un planeta cuya historia se ha escrito con sangre y sufrimiento, como corresponde a nuestra condición natural.

Así nos hemos quedado, más inquietos que ilusionados.