Nacido como Wa-To-Chuck (Sendero Luminoso) y bautizado como Jacobus Franciscus, Jim Thorpe (1887-1953) fue el último eslabón de los orgullosos Sioux, nieto del Gran Jefe Águila Negra, y un atleta adelantado a su tiempo. En los Juegos Olímpicos de Estocolmo, en 1912, ganó el Oro en Pentatlón y Decatlón. Un año después, el estricto Comité Olímpico retiró sus marcas y medallas al saber que había cobrado 60 dólares al mes por jugar al béisbol durante los veranos de 1909 y 1910, violando el imperante amateurismo. Jim había perdido un hermano a sus 8 años, madre a los 10 y padre a los 17. Malvivía gracias a trabajos variopintos y ligas diversas. En 1932 lo encontraron mendigando alrededor del Estadio Olímpico de Los Ángeles y lo sentaron en el palco, siendo ovacionado por 80.000 espectadores. El último aplauso. Murió arruinado, alcohólico, después de dos divorcios y ocho hijos, degradado por un cáncer de labio. Hasta 1982 no restituyeron sus medallas y marcas, devueltas a sus descendientes.
Publicado en La Región (05-03-2007)