El pasado mes de junio, Caye y su marido presentaron en sociedad a su hijo Leo. Resulta inconcebible que la ceremonia no vulnerase la Convención de Ginebra. Lean: Pedro Zerolo como maestro de ceremonias, recitando los Derechos del Niño; sintonía de David el Gnomo y Amaya Montero amenazando con entonar “te voy a cantar la canción más bonita del mundooooo...”. Droga dura, amigos. Cayetana, valiente y decidida, declaró: “Mi generación se ha educado sin el yugo de la Iglesia al cuello”. ¿A qué carallo viene esta gilipollez, entonces? Pensarán muchos. Pregúntenle a Einstein. Leo tendrá que esperar unos años para denunciar este maltrato infantil. Al menos se salvó de Amaya. Que no es poco.
Otra gilipollez interestelar:
“Y como todo acontecimiento histórico necesita de sus símbolos, les sugiero que estén atentos al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta. La coincidencia en breve de dos liderazgos progresistas a ambos lados del Atlántico: la presidencia de Obama en Estados Unidos y la presidencia de Zapatero en la Unión Europea. (...) Dos políticas progresistas. Dos Liderazgos. Una visión del Mundo. Una esperanza para muchos seres humanos”.
(Leire Pajín, pixie e dixit. 3 de Junio de 2009).
En medio de la crisis económica, nuestros sesudos políticos europarlamentarios no han tenido mejor ocurrencia que subirse el sueldo. Como informaron sólo algunos medios en los últimos días, para este tipo de medidas no hizo falta un acalorado debate y sí hubo unanimidad, consenso y tolerancia. Sus señorías han considerado que 7.665,31 euros mensuales constituyen un sueldo ideal para no pasar aprietos a día 30. Añadan a esto las dietas por sesión de trabajo –aproximadamente 5.364 euros anuales- más 4.202 euros mensuales a mayores para gastos diversos; más 149 euros diarios si el político de turno viaja fuera de la Unión Europea, más 0,48 euros por kilómetro recorrido si utiliza coche –y no un Corsa, precisamente-. Como su número supera los 700 miembros, la broma del Parlamento Europeo genera unos gastos –declarados- de 1.530 millones de euros. Y lo que no sabremos. Un dineral que pagamos todos y todas con gran solidaridad y sostenibilidad ¡Viva la democracia!
En televisión, un programa propone un formato novedoso y de audiencia y todas las cadenas lo imitan de forma descarada. Pasó con los concursos, con las series de humor español, con las series de ficción, con los programas de cotilleo, con los de zapeo, con los grandes hermanos, con los magazines nocturnos de dudoso gusto, con los programas matutinos de dinero fácil a cambio de adivinar una palabra. Hace unos años “Callejeros” nos presentó la España real en la cual vivimos -la que Zapatero, Rajoy y los europarlamentarios de casi ocho mil euros mensuales de sueldo no parecen conocer- sin más necesidad que una cámara y muchas horas de pateo. La fórmula es hoy repetida hasta la saciedad por el resto de cadenas, lo cual denota la crisis de imaginación que sufre la pequeña pantalla. Mejor esto que “Crónicas Marcianas”, claro. Pero el panorama es desolador.
Por razones de difícil comprensión, asistimos a la caída en desgracia de la corbata, esa prenda que marca la diferencia entre la elegancia y el cutrerío. La inmensa legión de progres crónicos la han asociado al capitalista ladrón, al empresario explotador, al mafioso... Así que se la quitan, por el qué dirán. Un gran número de bustos parlantes, entre los presentadores de telediarios y políticos, estos exclusivamente durante el fin de semana, aplican la costumbre, acomplejada y paleta. Anquilosada en lo más rancio del siglo pasado. Pronto se impondrá el chándal como uniforme oficial. Por cierto, ¿se han percatado que ahora todos los presentadores conversan unos segundos con el colega de deportes, de buen rollito, en cada telediario? Que sí, les damos la razón. Algunos locutores es mejor que no vistan la corbata, porque las combinaciones finales hacen daño a la vista. Y nos los ponen de corbata a los telespectadores.
Ya ves, querido Leo, el terrible panorama que te espera.