El boxeador estadounidense Jack Arthur Johnson (1878-1946) fue un niño negro y enclenque de Texas, polizón en dirección a Nueva York, donde se forjó en los suburbios portuarios. Descubierto su descomunal talento y condición física para el boxeo, su ascenso fue imparable, aunque negros y blancos competían entonces por separado. Logró su oportunidad en 1908, contra Tommy Burns, y lo derribó. Después cayeron valientes y buenos rivales como Ketchel, Jeffries y Flynn. Cada victoria terminaba con disturbios y ahorcados en el profundo sur, dado que el boxeo era el primer deporte nacional. Su estilo, despectivo con el rival y ostentoso fuera del ring no le ayudaron a ganarse al aficionado medio; el gusto por el juego, la velocidad y las mujeres adolescentes y blancas suscitaron el odio ario. Condenado por secuestro y extorsión de una menor, huyó a Francia con su tercera esposa, interrumpiendo su carrera. En 1915 aceptó un tongo en Cuba, a cambio de regresar a su país para ver a su madre, moribunda, por última vez. Inútil humillación que no le libró de la cárcel. Quien pudo ser el más grande quebró su talento por el racismo imperante de la época y su imprudencia en un ambiente que no permitía una segunda oportunidad. Jack Johnson, un adelantado a su tiempo murió tras estrellarse al volante de su coche, en 1946.
Publicado en La Región (29-09-2008)
Publicado en La Región (29-09-2008)