Se ha ido Antón Geesink. El gran campeón, maestro y amigo nos dejo para siempre; su imborrable recuerdo queda, grabado en letras de oro, en la historia del judo.
Era un judoka excepcional y, sin duda, el más popular entre el público ajeno al judo en la década de los sesenta. Su victoria en el Campeonato del Mundo de 1961 en Paris, fue un acontecimiento que rebasó lo meramente deportivo y dio una dimensión mediática al judo que hasta ese momento no tenia. Esta popularidad llegó a su cénit en la Olimpiada de Tokio en 1964 al batir, ante el asombro del Emperador y miles de japoneses, a su mejor judoka Akio Kaminaga.
Antón Geesink, nació en la ciudad holandesa de Utrech en 1934. Antes de entrar en el judo era ya un notable luchador. Participo en el primer campeonato de Europa de judo celebrado en 1951 y quedo subcampeón en la categoría de cinturones marrones. Su vencedor el francés Michel Dupré, ignoraba en ese momento que sería uno de los pocos judokas (Dupré, Gillet, Pariset, Yoshimatsu, Yamashiki), que podían jactarse de haberle batido a lo largo de su impresionante carrera deportiva.
A partir de 1952 y hasta su retirada definitiva en 1967, ganaría 21 campeonatos de Europa en las categorías de dan, peso pesado y Open (le siguen Ruska y Tmenov con 7 títulos). El III Campeonato del Mundo de 1961 fue su consagración; bate por ippon, entre otros, a la escuadra japonesa formada por Kaminaga, Koga y el campeón mundial Koji Sone; esto supuso una gran conmoción en el mundo del judo y además, como diría un conocido personaje de la actualidad política, un acontecimiento planetario.
La Olimpiada de Tokio de 1964, fue la primera en que participó el judo. Se disputaban tres categorías de peso y Open, la categoría reina. Muchos pensaban que lo del mundial de Paris había sido un mal día para los japoneses y que Tokio sería el Waterloo de Geesink. Este se presentaba en la categoría Open y frente a él, los japoneses sacaron a su mejor hombre, Akio Kaminaga, tres veces campeón de Japón (dos de ellas frente a otro sensacional judoka, Isao Inokuma).
En el primer combate Geesink bate al inglés Petherbridge por ippon; el segundo combate es contra el propio Kaminaga que también está en el mismo grupo. Geesink consigue inmovilizarlo con kusure kami shio gatame pero, increíblemente, el japonés al precio de un tremendo esfuerzo, se sale; después un hiza guruma del holandés que bien valía un ippon, pasa desapercibido para el árbitro; Geesink gana el combate.
En semifinales Geesink bate por ippon al australiano Boronovski y en la final vuelve a encontrase otra vez con Kaminaga; un sistema de repesca, que, extrañamente, no había para las otras categorías de peso, le da a éste su segunda oportunidad. Una vez más, después de nueve minutos de durísimo combate, Geesink inmoviliza a Kaminaga con kesa-gatame y esta vez no puede salirse. Geesink ha demostrado al mundo, de forma clara y rotunda, que es el mejor.
Se retira de la competición, después de los campeonatos mundiales de 1965 en Río de Janeiro, en donde vuelve a proclamarse campeón, ahora en el peso pesado batiendo, otra vez, a los campeones japoneses Sakaguchi y Matsunaga. Pero un “pique” con su compatriota Willem Ruska (su sucesor y que sería otro de los muy grandes del judo), hace que se presente en los campeonatos de Europa de 1967 en Roma. Geesink bate a Ruska en semifinales de todas las categorías y en la final al soviético Kiknadze. Es su vigésimo primer titulo europeo y su retirada definitiva.
Después de dedicarse algunos años al espectáculo del catch, Geesink emprende una importante e innovadora labor pedagógica. Escribe libros y crea un método de enseñanza cuyos conceptos generales plasma en su obra capital, Judo in Evolution.
En los años setenta, Rafael Ortega, en su etapa de Director Técnico Nacional, y como parte fundamental de un ambicioso proyecto de desarrollo del judo español, lo trae a España donde expone su método a los profesores de nuestro país. También, en esa época, Ortega y Geesink, en representación de la Federación Española, proponen a la Unión Europea de Judo, la implantación de los judoguis de color. Tendrían que pasar varios años para que, superados muchos recelos y no pocos rechazos, el color entrara en las competiciones oficiales.
Los vaivenes federativos impidieron que el proyecto de Ortega, se consolidara. No obstante, Geesink continuara viniendo durante varios años, a dar cursos en distintas regiones españolas donde cuenta, además de los principales introductores de su sistema, Ortega y De Frutos, con un grupo de amigos e interesados su magisterio como Jordi Boixó, con quien siempre mantuvo un contacto permanente, Romay, Abiol, Montero, Bendala, etc.
Es elegido en 1987, miembro del Comité Olímpico Internacional, con importantes responsabilidades en el seno de este organismo, máximo rector del deporte mundial. En 1997, la Federación Internacional de Judo le otorga el 10º dan, supremo grado en la jerarquía del judo.
En el 2004, coincidiendo con su setenta cumpleaños, el presidente de la Federación Gallega de Judo, Mario Muzas y José Luís de Frutos, consiguen que sea la figura principal del Congreso de Maestros de Judo de Galicia, en donde se le tributa un cálido homenaje. Sus últimas enseñanzas en España las imparte en las Jornadas Internacionales de Torrelavega en el año 2006.
Hasta aquí, este retazo de su historia. El 27 de agosto de 2010, fue el último de su vida. Tenía setenta y seis años; la leyenda comienza ahora.
Rokudán
Era un judoka excepcional y, sin duda, el más popular entre el público ajeno al judo en la década de los sesenta. Su victoria en el Campeonato del Mundo de 1961 en Paris, fue un acontecimiento que rebasó lo meramente deportivo y dio una dimensión mediática al judo que hasta ese momento no tenia. Esta popularidad llegó a su cénit en la Olimpiada de Tokio en 1964 al batir, ante el asombro del Emperador y miles de japoneses, a su mejor judoka Akio Kaminaga.
Antón Geesink, nació en la ciudad holandesa de Utrech en 1934. Antes de entrar en el judo era ya un notable luchador. Participo en el primer campeonato de Europa de judo celebrado en 1951 y quedo subcampeón en la categoría de cinturones marrones. Su vencedor el francés Michel Dupré, ignoraba en ese momento que sería uno de los pocos judokas (Dupré, Gillet, Pariset, Yoshimatsu, Yamashiki), que podían jactarse de haberle batido a lo largo de su impresionante carrera deportiva.
A partir de 1952 y hasta su retirada definitiva en 1967, ganaría 21 campeonatos de Europa en las categorías de dan, peso pesado y Open (le siguen Ruska y Tmenov con 7 títulos). El III Campeonato del Mundo de 1961 fue su consagración; bate por ippon, entre otros, a la escuadra japonesa formada por Kaminaga, Koga y el campeón mundial Koji Sone; esto supuso una gran conmoción en el mundo del judo y además, como diría un conocido personaje de la actualidad política, un acontecimiento planetario.
La Olimpiada de Tokio de 1964, fue la primera en que participó el judo. Se disputaban tres categorías de peso y Open, la categoría reina. Muchos pensaban que lo del mundial de Paris había sido un mal día para los japoneses y que Tokio sería el Waterloo de Geesink. Este se presentaba en la categoría Open y frente a él, los japoneses sacaron a su mejor hombre, Akio Kaminaga, tres veces campeón de Japón (dos de ellas frente a otro sensacional judoka, Isao Inokuma).
En el primer combate Geesink bate al inglés Petherbridge por ippon; el segundo combate es contra el propio Kaminaga que también está en el mismo grupo. Geesink consigue inmovilizarlo con kusure kami shio gatame pero, increíblemente, el japonés al precio de un tremendo esfuerzo, se sale; después un hiza guruma del holandés que bien valía un ippon, pasa desapercibido para el árbitro; Geesink gana el combate.
En semifinales Geesink bate por ippon al australiano Boronovski y en la final vuelve a encontrase otra vez con Kaminaga; un sistema de repesca, que, extrañamente, no había para las otras categorías de peso, le da a éste su segunda oportunidad. Una vez más, después de nueve minutos de durísimo combate, Geesink inmoviliza a Kaminaga con kesa-gatame y esta vez no puede salirse. Geesink ha demostrado al mundo, de forma clara y rotunda, que es el mejor.
Se retira de la competición, después de los campeonatos mundiales de 1965 en Río de Janeiro, en donde vuelve a proclamarse campeón, ahora en el peso pesado batiendo, otra vez, a los campeones japoneses Sakaguchi y Matsunaga. Pero un “pique” con su compatriota Willem Ruska (su sucesor y que sería otro de los muy grandes del judo), hace que se presente en los campeonatos de Europa de 1967 en Roma. Geesink bate a Ruska en semifinales de todas las categorías y en la final al soviético Kiknadze. Es su vigésimo primer titulo europeo y su retirada definitiva.
Después de dedicarse algunos años al espectáculo del catch, Geesink emprende una importante e innovadora labor pedagógica. Escribe libros y crea un método de enseñanza cuyos conceptos generales plasma en su obra capital, Judo in Evolution.
En los años setenta, Rafael Ortega, en su etapa de Director Técnico Nacional, y como parte fundamental de un ambicioso proyecto de desarrollo del judo español, lo trae a España donde expone su método a los profesores de nuestro país. También, en esa época, Ortega y Geesink, en representación de la Federación Española, proponen a la Unión Europea de Judo, la implantación de los judoguis de color. Tendrían que pasar varios años para que, superados muchos recelos y no pocos rechazos, el color entrara en las competiciones oficiales.
Los vaivenes federativos impidieron que el proyecto de Ortega, se consolidara. No obstante, Geesink continuara viniendo durante varios años, a dar cursos en distintas regiones españolas donde cuenta, además de los principales introductores de su sistema, Ortega y De Frutos, con un grupo de amigos e interesados su magisterio como Jordi Boixó, con quien siempre mantuvo un contacto permanente, Romay, Abiol, Montero, Bendala, etc.
Es elegido en 1987, miembro del Comité Olímpico Internacional, con importantes responsabilidades en el seno de este organismo, máximo rector del deporte mundial. En 1997, la Federación Internacional de Judo le otorga el 10º dan, supremo grado en la jerarquía del judo.
En el 2004, coincidiendo con su setenta cumpleaños, el presidente de la Federación Gallega de Judo, Mario Muzas y José Luís de Frutos, consiguen que sea la figura principal del Congreso de Maestros de Judo de Galicia, en donde se le tributa un cálido homenaje. Sus últimas enseñanzas en España las imparte en las Jornadas Internacionales de Torrelavega en el año 2006.
Hasta aquí, este retazo de su historia. El 27 de agosto de 2010, fue el último de su vida. Tenía setenta y seis años; la leyenda comienza ahora.
Rokudán