Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.
Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.
¿SABE UN BLANCO ESCUCHAR A JIMI HENDRIX? / KNOW WHITE MEN LISTEN TO JIMI HENDRIX?
Se desconoce el nombre del genio que tradujo el título original en ‘Los blancos no la saben meter’ de su distribución en España. Burdo e inapropiado, se carga el sentido de esta película. Dos colegas recorren los playgrounds de la costa oeste californiana, apostando y estafando a otros jugadores. Al blanco le pierden las deudas y al negro la ansiedad por huir de un barrio marginal. Un dúo que mantiene dos disputas eternas entre los partidos. ¿Los negros sólo juegan bonito mientras los blancos ganan? ¿Los blancos no saben machacar ni escuchar a Jimi Hendrix? Mucho artificio, uno contra uno y crítica social. Un éxito en su momento.
‘Los blancos no la saben meter’. (EE.UU. 1992) Dirigida por Ron Shelton. 115 minutos.
Two men to cross west California playgrounds for play basketball and to swindle money others players. White man have problems for debts and black man are desperate for escape to poor quarter. Two men and a eternal discussion: White men can´t jump and slam? Black men know win games? One to one, social critic and big succeed.
‘White men can´t jump’ (USA, 1992) Directed by Ron Shelton. 115 minutes.
(CASI) EXCLUSIVAMENTE NIPÓN
¿Deporte, ritual, espectáculo? El Sumo es tan desconocido como caracterizado en Occidente. Este libro, por momentos demasiado técnico, sirve como introducción a una disciplina cuyos practicantes son endiosados en el Japón. Una actividad que ni siquiera se detuvo durante la II Guerra Mundial, donde sus practicantes pueden alcanzar los 284 kilos, pionera de la repetición por televisión en los años 60 y promulgadora de una nacionalización forzosa para paliar la reciente irrupción de hawaianos, brasileños, mongoles e incluso negros. Tradición versus globalización.
‘Sumo, la lucha de los dioses’, escrito por Eduardo de Paz. Editorial Shinden-Aixa. (Barcelona, 2006) 167 páginas.
Es posible que este partido sea el más famoso de la historia del baloncesto. No por la calidad del juego y sus protagonistas, en absoluto, sino por su trascendencia y repercusión histórica. La final de baloncesto olímpica de los Juegos de Munich, disputada el 9 de Septiembre de 1972 entre las selecciones de la Unión Soviética y los Estados Unidos, encumbró nuestro deporte en el primer lugar de importancia en un mundo ya de por sí convulso.
Recuerden, nos encontramos en plena ‘guerra fría’ entre el bloque occidental capitalista, liderado por Estados Unidos y el oriental-comunista, comandado por la URSS. En unos Juegos marcados para siempre por los atentados terroristas del grupo palestino ‘Septiembre Negro’, que costaron la vida a 11 atletas israelíes y la retirada de su país ante la tibia respuesta del comité Olímpico. Los Juegos del primer caso por dopaje en baloncesto, el del portorriqueño Miguel Coll. Los Juegos donde la Unión Soviética terminó con la espectacular racha de 63 victorias seguidas y cuatro finales ganadas de los estadounidenses. Toda una conmoción para los inventores de este maravilloso deporte.
Estados Unidos culpó para siempre a los árbitros –el brasileño Righetto y el búlgaro Arabadjian- amén de a la FIBA. Lo cierto es que, como era costumbre en aquellos años, menospreció a los demás participantes. “No sabíamos lo duros que iban a ser nuestros rivales”, así lo reconoció años después el jugador americano Mike Bantom. Redujo la preparación de su equipo a cuatro semanas (algún ‘Dream Team’ ha tenido menos entrenamientos) dejó fuera de la convocatoria a la estrella universitaria Bill Walton y no supo valorar en justa medida la progresión de la selección soviética, que poseía entre otros a dos excepcionales jugadores, y no hermanos: el base Sergei Belov –irreconocible sin su bigote y melenas posteriores- y el pívot Alexander Belov –autor de la canasta más famosa y de muy triste final (ver en Balas Perdidas). “Cuando posees a un par de locos en tu equipo todo es posible. No teníamos miedo a nadie y mirábamos a los americanos a los ojos”, recordaba Sergei sobre aquel equipo. A todo esto hay que añadir que la URSS dominó el partido desde el comienzo. Sólo una heroica reacción estadounidense permitió una última oportunidad, donde se produjo la polémica, todavía no zanjada 40 años después.
Ambas selecciones accedieron a la final con una serie de ocho victorias sin fallo. En Estados Unidos recordamos a dos clásicos de los Sixers: Doug Collins –después segundo entrenador de Jordan en la NBA- y al gran ‘six man’ Bobby Jones. Al inolvidable técnico Henry Iba y, muy especialmente, a su primer ayudante. Un John Bach, años después arquitecto del ataque en triángulo de los Bulls y Lakers. Al otro lado del campo estaba el mejor equipo del ‘otro mundo’ –Paulauskas, Sakandelidze, Edeshko…- dirigido por Vladimir Kondrashin, en sustitución del ‘apartado’ Alexander Gomelski, castigado por diferencias con las autoridades moscovitas de la época.
La final comenzó en un abarrotado Basketball-Halle de Munich, con gente dispersa muy cerca del parquet, superando con amplitud los 7.000 espectadores. Pantalones muy cortos, trajes más propios para la lucha libre, y un juego rudimentario por ambas partes. La URSS, no se asombren, dominó desde el salto inicial gracias a su contragolpe -0-5- y a la espectacular salida desde el banquillo de Sergei Bélov, autor de 12 puntos seguidos -11-21-. Los jóvenes universitarios estadounidenses se vieron sorprendidos y reaccionan con nervios, hasta que Tom Henderson despertó y permitió a su país alcanzar el final de la primera parte con una ventaja remontable, 21-26. Pueden comprobar que el partido no era de una calidad exquisita y rezumaba nerviosismo.
El dominio soviético perduró en la segunda parte. En el minuto 30 el partido se calentó al rojo vivo con las faltas descalificantes de Dwight Jones y Mihail Korkia por un amago de pelea tras un rebote. Nada grave. Lo peor sucedió en el salto neutral siguiente, cuando el pívot americano Jim Brewer cayó de cabeza contra el suelo y quedó aparentemente aturdido. Años después confesó a la prensa que había disputado el resto del partido con la visión borrosa y sin recordar nada de lo sucedido antes del golpe.
LA URSS mantuvo el control del partido hasta la desesperada salida a pista del escolta blanco Kevin Joyce. Tres canastas seguidas de Joyce, más dos tiros libres de Doug Collins, y la URSS sintió el aliento norteamericano en la nuca, 46-47 a falta de dos minutos. Las muñecas se encogieron. El miedo a ganar. Se llegó así al último minuto más famoso de este deporte.
Nadie respetó al boxeador Primo Carnera (1906-1967). Hijo de humilde familia, pasó hambre en la Italia de la posguerra y emigró a Francia, donde trabajó en un circo. Sufría ‘gigantismo’ y fue expuesto cual monstruo ante el público. Léon Sée lo descubrió para el boxeo, pero amañó al menos 30 de sus combates. La Mafia continúo la serie en los Estados Unidos, sobornando y extorsionando a sus rivales, a cambio del 90 por ciento de su bolsa. Carnero vencía y no quiso ver la realidad, hasta que terminó en la lona, y sin licencia para boxear, con varias demandas de paternidad. Regresó a Italia para convertirse en un púgil de verdad y liberar las riendas. En 1932 lo era, ganó el título mundial en dos ocasiones. Pero la desgraciada muerte de un rival en el ring, su identificación con Mussolini y el avanzado gigantismo en su cuerpo hundieron su carrera. Perdió un riñón y terminó andando como un anciano. Vivió humillado el éxito de la película ‘Más dura será la caída’ (The harder they fall), inspirada en lo peor de su carrera. Tampoco tuvo éxito en su demanda a la productora. Su mujer, Pira, logró cumplir su último deseo. Cerrar los ojos allí donde los abrió, en la pequeña Sequale.
Publicado en La Región (15-06-2009)
Nobody respected boxer Primo Carnera (1906-1967). He was born in Italy and emigrated to France, where he worked in a circus, he was exposed like a monster. Léon Sée discovered him for boxing, but Sée alter his first 30 combats, and the Mafia continued in USA. Gangsters bribed his opponents while Carnera wons and not saw the truth. After, he lost his combats and his boxing licence, and he was very problems with women. He returned to Italy with a new objective: to be convert in boxer. He got in 1932, when he was two times world champion. But his fall was unavoidable: A rival died in a ring, he was associated to Mussolini and he suffered the gigantism effects .The film ‘The harder they fall’ was a public humiliation for Carnera who reported to the court without result. His wife Pira to kept last desire, to die in his birthplace, the small Sequale.
21 de junio de 1964. Final de la Eurocopa de fútbol en el Santiago Bernabéu, ante 120.000 espectadores, incluido el generalísimo Franco. La final es un España-URSS. Suena la Internacional en Madrid, toda una ironía del destino. En el minuto 38, con empate a un gol, llega el ya legendario cabezazo de Marcelino para batir al gran portero soviético Yashin. Durante 40 años se pensó que el gol llegó gracias a un centro de Amancio. Craso error. Una reciente investigación descubrió que Pereda, autor del primer gol, fue también el artífice del segundo, pero el No-Do no grabó toda la jugada e improvisó. Los diarios de la época sí acertaron, pero nadie recuerda desde entonces a Pereda y sí a Marcelino.
El Perfil: Jesús María Pereda Ruíz de Temiño nació el 23 de junio de 1938 en Medina de Pomar (Burgos). Se retiró en el año 1970.
Nota del autor del vídeo: Así lo mostró, TVE, gracias a unas imágenes de Eurovisión y a la retransmisión de RNE (que fue la misma que en TVE), se ha podido reconstruir el gol de Marcelino a las URSS, en la "Eurocopa de 1964", imágenes distintas a las que mostró el NO-DO.
Publicado en La Región (24-03-2008)
June 21, 1964. Eurocup football Final in Santiago Bernabeú Stadium (Madrid). 120.000 spectators and General Franco again. The Final is a Spain-USSR, it sounds a soviet hymn in catholic Madrid. In 38 minute Marcelino scores the decisive goal against the goalkeeper Yashin (2-1). During 40 years all people thought than Amancio pass the ball for the goal. A recent investigation to uncovered than real assistant was Pereda, who scores the first goal too. Nobody remembers Pereda but all people remember Marcelino.
Profile: Jesú María Pereda Ruíz de Temiño was born in june 23, 1938 in Medina de Pomar (Burgos). He retired in 1970.
Antal Kovacs es el único campeón olímpico de judo que tiene Hungría (Barcelona 92) y, también, fue su primer campeón mundial (Hamilton 1993). A este brillante palmarés hay que añadir una medalla de plata en el mundial de 2001 y varias medallas en los campeonatos de Europa, aunque no llegó a conseguir el entorchado continental.
Kovacs, un semipesado de dos metros de altura, poseía un magnifico uchi-mata con el que vemos aquí batir, nada menos que al gran Kosei Inoue, uno de los mejores judokas de todos los tiempos, -campeón olímpico, triple campeón mundial del peso semipesado y triple campeón del Japón de Todas las Categorías-, en el encuentro Asia contra Europa celebrado en Budapest en marzo del año 2001. Posteriormente, en el mes de julio de este mismo año, perdería la final del campeonato del mundo, precisamente frente a Inoue.
Con la misma técnica y en los Juegos Olímpicos de Barcelona batió a otro campeón olímpico, el brasileño Aurelio Miguel, combate que vemos más abajo.
Antal Kovacs is the only Hungarian judo Olympic champion (Barcelona 1992) and first world champion (1993 Hamilton). He also won a 2001 world champion silver medal and several medals at the European Championships. Kovacs was a magnificent uchi-mata that wins the great Kosei Inoue, in 2001 Judo Millenium cup (Asia against Europe). Later, Kovacs lost the World Championship final against Inoue, one of the best all-time judoka: Olympic champion, triple world champion and three-time Japan all categories champion. Kovacs won with the same technique also olympic champion, the Brazilian Aurelio Miguel, in 1992 Barcelona Olympic games. Rokudán