Se esta viendo ahora, con toda su
crudeza, que el Estado Autonómico fue la gran estafa que los partidos y la
casta política metieron a los españoles. El multimillonario endeudamiento en
que se encuentran los diecisiete reinos de taifas, era totalmente previsible,
dada la megalomanía de los reyezuelos regionales y la insaciable rapacidad de
nuestra clase política con el presupuesto.
Cualquier persona sensata
encontraría lógico una razonable descentralización de la Administración
Pública, para una más ágil atención al ciudadano y una mejor
resolución de los problemas regionales pero, en modo alguno era necesario éste
engendro autonómico de diecisiete gobiernillos, diecisiete charlamentos pariendo
normas para amargarle la vida a la gente, cientos de diputados regionales,
miles de funcionarios, desmadre de televisiones a mayor gloria del partido en
el poder, obras faraónicas, aeropuertos sin pasajeros, empresas públicas
deficitarias, saqueo de las Cajas de Ahorro, corrupción multiplicada y, sobre
todo, un despilfarro sin límite, que ha colocado a España al borde de la
quiebra total.
Ni siquiera ante esta lamentable
realidad, ningún grupo político propone la eliminación de las autonomías, ni
siquiera la recuperación, por el gobierno de España, de competencias
esenciales, como la Sanidad,
la Educación
o la Justicia. Las
autonomías son, sin duda, buenas para los partidos, que tienen mucho donde
colocar a sus huestes y para las castas políticas regionales pero, para el
resto de los españoles ha supuesto más burocracia, más intervencionismo, más
cabreo y más, muchos más impuestos.
Porque todo este disparate
autonómico no sale gratis, al contrario, es insoportablemente caro. Han tenido
que ser nuestros acreedores, los que nos han despertado del sueño anestesiante
en que la verborrea política nos tenía
sumidos, para ver lo que ya algunos con
un normal sentido común, dijeron desde el comienzo: No se puede gobernar un
país con diecisiete regiones haciendo cada una de su capa un sayo y, lo que es
peor, fomentando el regional-separatismo, mal llamado nacionalismo, cuyo
fin es el desguace de España.
Los culpables de la situación en
la que estamos, son bien conocidos, partidos y casta política en general pero,
los más importantes son Adolfo Suárez, el creador de este monstruo y el rey don
Juan Carlos por permitirlo, cuando aun tenía poder; ambos pasaran al basurero
de la historia con todo merecimiento.
¿Tiene solución esto? Claro que la tiene.
Supresión de las autonomías; los perjudicados serían solo los partidos, los
políticos profesionales y los separatistas. ¿Se puede hacer? Difícil, porque el
poder está en los partidos y no creo que el PP y PSOE, que son los que tienen
la sartén por el mango, les guste que se juegue con sus cosas de comer.
También publicado en www.elcercano.com
Rokudán