La historia de la Humanidad se escribe con
sangre, las fronteras se establecen con guerras, el progreso se cobra la muerte
de millones de seres. El ser humano es el mayor depredador de su ecosistema,
poseedor en sus entrañas de las peores inclinaciones. Por suerte para los de su
especie, este monstruo también puede alcanzar la excelencia moral y física,
exprimiendo sus cualidades.
El poder hipnótico del Deporte
convierte a los Juegos Olímpicos en el espectáculo de mayor audiencia del
planeta Tierra. No existe nación, religión o movimiento con más seguidores que
esta imparable revolución.
Londres inauguró sus Juegos, tras una magnífica ceremonia. No hubo un último portador de la antorcha, sino siete jóvenes como símbolo de futuro. No hubo un pebetero sino 204 países, juntos en el mismo lugar sin matarse. Un lugar en paz en un mundo forjado en la guerra.
Ahora es el turno de los atletas. Dos semanas para admirar su esfuerzo,
talento y coraje. Sin distinción de raza, credo, sexo o condición económica.
Sin importar la bandera, aunque apoyemos a nuestros compatriotas. Dos semanas
para disfrutar y volver a creer en la especie humana.
Publicado en La Región (29 Julio 2012)