A Coruña todavía no, pero el otoño sí que ha hecho acto de presencia con una espectacular ventolera que anunciaba el temporal que estamos sufriendo en toda Galicia. A pesar de este desapacible ambiente que invitaba a una tarde de sofá, mantita y mando a distancia, nos dimos un paseo hasta el Coliseum donde los madrileños Pereza hacían escala en la gira Movistar con la que están recorriendo nuestra geografía. Para la ocasión, el Coliseum transformó su habitual aspecto con unos gigantescos cortinajes negros que reducían su aforo a la mitad y con un inesperado patio de butacas montado en la pista, anulando la posibilidad de poder estar de pie. Todo ello, según el personal de organización, por expreso deseo del dúo, algo que nos resultó un tanto extraño…
Nos fuímos a las primeras gradas donde nos estuvieron bombardeando continuamente con el anuncio de turno de Movistar, una estrategia de márketing perfecta para ahuyentar a posibles usuarios y a los que ya lo somos desde hace tiempo aunque tras este acoso publicitario me lo estoy pensando… Mientras tanto, un jovencísimo público va ocupando las tribunas. Chavalada de lo mas variopinta donde predominaban los taconazos, minifaldas y kilos de maquillaje en ellas y gorras y acné juvenil en ellos (la peligrosa influencia de Bershka o la serie “Física o química” está causando graves estragos en esta adolescencia…). Del amplio manejo del vocabulario mejor ni hablamos…
En torno a las 9 de la noche y muy puntuales, comenzaron los teloneros. Ragdog, de Vigo, un grupo muy en la línea de Pignoise, cuyo cantante recuerda muy mucho al pirata Iván Ferreiro. Con temas como “Sin dirección”, “Donde estabas”, “Siberia” y “Nada mas” pusieron en pie a toda la chavalería coreando al dedillo todas sus canciones mientras se montaba una auténtica barricada con las sillas colocadas en la pista. (Señores de la organización, no malgasten su tiempo en montar este tipo de palcos. Las sillas tardaron en volar por los aires exactamente un minuto a partir de la salida de grupo, eso sí, en medio de un civilizado caos y sin ninguna desgracia que lamentar.)
Tras una actuación de 40 minutos y el consabido cambio de equipo, bastante rápido por cierto, Rubén Pozo y José Miguel Conejo, alias Leiva, hacen su aparición en un sencillo escenario decorado únicamente con cuatro lámparas vintage, la mas grande colgando del techo, y al ritmo de “Leones”, uno de los 17 temas de “Aviones”, su último trabajo discográfico. Tras este comienzo el griterío va “in crescendo” con la archiconocida “Estrella Polar” y temas de sus anteriores discos como “Todo”, “Como lo tienes tú”, “Animales”, “Yo pienso en aquella tarde” o “Aproximación”. Pero el protagonismo absoluto fué para las nuevas canciones: el primer single “Violento amor”, “Pirata”, “Windsor”, “Que parezca un accidente”, “Escupe”, “Lady Madrid”, “Amelie”, “Llévame al baile”, “Champagne”… En “4 y 26” Rubén nos invitó a todos a la fiesta posterior en su habitación, la 426 del AC Coruña, y con “Está lloviendo”, que ni pintada con la que estaba cayendo fuera, los paraguas brotaron como setas sembrando la pista de color. Uno de los momentos mas especiales de la velada lo protagonizó Leiva al dedicar la bellísima “Por mi tripa” al centrocampista del Dépor Juan Carlos Valerón, mostrando su admiración por él y destacando su gran afán de superación ante las dificultades de una lesión.
La noche sigue con “Beatles”, “Margot”, “Yo nací para estar en un conjunto”, “Grupis” y tras un primer bis, se apagan las luces y el escenario se convierte en un pequeño campo de batalla donde un pistolero con una media en la cabeza y al grito de “oiga señoooooor!!!” da paso a “Señor kioskero” con Rubén, Leiva y toda la banda disfrazados de cacos, aunque Leiva pasaba mas por colega de Lucky Luke que por delincuente callejero. El punto final lo ponen con la aclamada “Superjunkies” terminando así un concierto de aproximadamente dos horas que pasaron como una exhalación.
La verdad es que tenía muchas ganas de verlos y no me defraudaron. Son un par de granujas divertidos que transmiten alegría y buen rollo. Su directo es magnífico, la conexión con el público es total, y demuestran que con pocos elementos se puede hacer algo bueno. Sus letras se inspiran en lo cotidiano, el amor, la soledad… y me recuerdan en muchos aspectos a antiguas bandas referentes en nuestro país como Tequila o Burning. Por poner algún “pero” eché de menos temas como “Tristeza” o mi preferido, “Niña de papá”, aunque la playlist escogida para la ocasión me pareció acertada y variada. Mereció la pena la ida y vuelta en coche con un tiempo de perros y los malabarismos con viento y paraguas. Desde aquí os los recomiendo. No sé cuando, pero yo repetiré seguro…
Mas información de Pereza en: www.pereza.info
Trinity
Nos fuímos a las primeras gradas donde nos estuvieron bombardeando continuamente con el anuncio de turno de Movistar, una estrategia de márketing perfecta para ahuyentar a posibles usuarios y a los que ya lo somos desde hace tiempo aunque tras este acoso publicitario me lo estoy pensando… Mientras tanto, un jovencísimo público va ocupando las tribunas. Chavalada de lo mas variopinta donde predominaban los taconazos, minifaldas y kilos de maquillaje en ellas y gorras y acné juvenil en ellos (la peligrosa influencia de Bershka o la serie “Física o química” está causando graves estragos en esta adolescencia…). Del amplio manejo del vocabulario mejor ni hablamos…
En torno a las 9 de la noche y muy puntuales, comenzaron los teloneros. Ragdog, de Vigo, un grupo muy en la línea de Pignoise, cuyo cantante recuerda muy mucho al pirata Iván Ferreiro. Con temas como “Sin dirección”, “Donde estabas”, “Siberia” y “Nada mas” pusieron en pie a toda la chavalería coreando al dedillo todas sus canciones mientras se montaba una auténtica barricada con las sillas colocadas en la pista. (Señores de la organización, no malgasten su tiempo en montar este tipo de palcos. Las sillas tardaron en volar por los aires exactamente un minuto a partir de la salida de grupo, eso sí, en medio de un civilizado caos y sin ninguna desgracia que lamentar.)
Tras una actuación de 40 minutos y el consabido cambio de equipo, bastante rápido por cierto, Rubén Pozo y José Miguel Conejo, alias Leiva, hacen su aparición en un sencillo escenario decorado únicamente con cuatro lámparas vintage, la mas grande colgando del techo, y al ritmo de “Leones”, uno de los 17 temas de “Aviones”, su último trabajo discográfico. Tras este comienzo el griterío va “in crescendo” con la archiconocida “Estrella Polar” y temas de sus anteriores discos como “Todo”, “Como lo tienes tú”, “Animales”, “Yo pienso en aquella tarde” o “Aproximación”. Pero el protagonismo absoluto fué para las nuevas canciones: el primer single “Violento amor”, “Pirata”, “Windsor”, “Que parezca un accidente”, “Escupe”, “Lady Madrid”, “Amelie”, “Llévame al baile”, “Champagne”… En “4 y 26” Rubén nos invitó a todos a la fiesta posterior en su habitación, la 426 del AC Coruña, y con “Está lloviendo”, que ni pintada con la que estaba cayendo fuera, los paraguas brotaron como setas sembrando la pista de color. Uno de los momentos mas especiales de la velada lo protagonizó Leiva al dedicar la bellísima “Por mi tripa” al centrocampista del Dépor Juan Carlos Valerón, mostrando su admiración por él y destacando su gran afán de superación ante las dificultades de una lesión.
La noche sigue con “Beatles”, “Margot”, “Yo nací para estar en un conjunto”, “Grupis” y tras un primer bis, se apagan las luces y el escenario se convierte en un pequeño campo de batalla donde un pistolero con una media en la cabeza y al grito de “oiga señoooooor!!!” da paso a “Señor kioskero” con Rubén, Leiva y toda la banda disfrazados de cacos, aunque Leiva pasaba mas por colega de Lucky Luke que por delincuente callejero. El punto final lo ponen con la aclamada “Superjunkies” terminando así un concierto de aproximadamente dos horas que pasaron como una exhalación.
La verdad es que tenía muchas ganas de verlos y no me defraudaron. Son un par de granujas divertidos que transmiten alegría y buen rollo. Su directo es magnífico, la conexión con el público es total, y demuestran que con pocos elementos se puede hacer algo bueno. Sus letras se inspiran en lo cotidiano, el amor, la soledad… y me recuerdan en muchos aspectos a antiguas bandas referentes en nuestro país como Tequila o Burning. Por poner algún “pero” eché de menos temas como “Tristeza” o mi preferido, “Niña de papá”, aunque la playlist escogida para la ocasión me pareció acertada y variada. Mereció la pena la ida y vuelta en coche con un tiempo de perros y los malabarismos con viento y paraguas. Desde aquí os los recomiendo. No sé cuando, pero yo repetiré seguro…
Mas información de Pereza en: www.pereza.info
Trinity