5 de agosto de 1984. Sol abrasador sobre la pista del Memorial Coliseum de Los Ángeles. Maratón femenina de los Juegos Olímpicos. 20 minutos después de la histórica victoria de la estadounidense Joan Benoit entra en el estadio una atleta desencajada, desorientada y presa de los calambres. Se llama Gabrielle Andersen-Scheiss. El público asiste, atónito, a la lucha de un pelele por mantenerse en pie.
Los médicos, dudosos ante su férrea voluntad, le permiten continuar una vuelta más. La suiza se tambalea por la pista, más moribunda que deshidratada. Sólo su fuerza interior le permite continuar, paso a paso, hasta la meta. Recorrió los 400 metros en cinco angustiosos minutos y 44 segundos. Tras cruzar la meta se derrumbó en los brazos de los médicos. Cual Filípides, 2.400 años después.
El perfil: Gabrielle Andersen-Scheiss nació el 20 de marzo de 1945. Compitió bajo bandera suiza y trabajó como monitora de Esquí en Idaho.
Publicado en La Región (19-03-2009)
Los médicos, dudosos ante su férrea voluntad, le permiten continuar una vuelta más. La suiza se tambalea por la pista, más moribunda que deshidratada. Sólo su fuerza interior le permite continuar, paso a paso, hasta la meta. Recorrió los 400 metros en cinco angustiosos minutos y 44 segundos. Tras cruzar la meta se derrumbó en los brazos de los médicos. Cual Filípides, 2.400 años después.
El perfil: Gabrielle Andersen-Scheiss nació el 20 de marzo de 1945. Compitió bajo bandera suiza y trabajó como monitora de Esquí en Idaho.
Publicado en La Región (19-03-2009)