El jugador de baloncesto estadounidense Vernon Maxwell (Gainesville, 1965) apenas conoció a su padre. Su madre le transmitió una fuerte personalidad sin un ápice de cordura. "Mad Max" (Max el loco) le llaman. Su nombre está proscrito en la liga universitaria NCAA, acusado de consumo de drogas y conducta fraudulenta. Dominado por la coca, se ganó un sitio en la NBA y alcanzó un campeonato con el gran equipo de Houston, en 1994. A veces genial en la cancha, también se le cruzaban los cables: sacar la pistola en una reyerta callejera, abrirle la cabeza a un compañero durante un entrenamiento... y escalar diez asientos de una grada, en mitad de un partido, para pegar a un aficionado que no dejaba de increparle. Así era Max. En 1995 sufrió un incontenible ataque de celos cuando su equipo se reforzó con un extraordinario jugador, Clyde Drexler, en su puesto. Enfurecido, desapareció unos días sin dejar rastro. A su vuelta fue fulminantemente despedido, perdiendo la oportunidad de disfrutar del segundo título de Houston. Cuesta abajo, pulió los casi 15 millones de dólares ganados en su carrera profesional. Fue sancionado por malos tratos, se divorció, se negó a pagar la pensión de sus hijos varios y comenzó a trapichear con la drogas. Hoy es un delincuente más en los Estados Unidos. Todos piensan que Mad Max terminará muy mal. Y no les falta razón.
Publicado en La Región (02-07-2008)
Publicado en La Región (02-07-2008)