El escocés Colin McRae (1968-2007) nació para los rallies. Hijo y hermano de pilotos, a los 18 años debutó entre los profesionales. Campeón del mundo en 1995, 25 victorias en competición, fue la bestia negra de Carlos Sáinz y a su vez la víctima de Tommi Makinen. Inquieto al volante, disfrutó mil y una aventuras: París-Dakar, 24 horas de Le Mans, los X-Games... Lo tenía todo: éxito deportivo, poder económico, una familia estable y la cabeza bien amueblada. Pero nada es seguro cuando la muerte te persigue. Y da gracias al cielo si no arrastra en tu camino a un ser querido. Así sucedió la tarde del 15 de septiembre de 2007. McRae pilotaba su helicóptero personal, acompañado por uno de sus hijos, Johnny, y dos amigos más. ¿Exceso de confianza? ¿Distracción? ¿Imprudencia? ¿Fallo mecánico? El aparato se estrelló contra el suelo y se convirtió en una bola de fuego, muy cerca de Jerviswood House, la casa del siglo XVII propiedad del piloto, en su Lanark natal. Todos murieron. Escocia entera lloró por uno de sus máximos ídolos.
Publicado en La Región (12-01-2009)