Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.
Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.
Miriam
Blasco, Almudena Muñoz e Isabel Fernández son la cumbre de los éxitos
deportivos del judo español. La alicantina nacida en Valladolid, Miriam
Guadalupe Blasco Soto, fue la primera
mujer en alcanzar un oro olímpico para España y, obviamente, para el judo
español (Barcelona 92). En ese camino tuvo dos seguidoras, Almudena Muñoz -justo
al día siguiente de su hazaña- y, ocho años más tarde, Isabel Fernández -quien ostenta
hasta el momento el mejor palmarés del judo nacional- en Sidney 2000.
El
oro olímpico de Miriam vino precedido por otros dos conseguidos el año anterior
en los Campeonatos del Mundo, celebrados también en Barcelona –era la primera
vez que España conseguía un titulo mundial en judo-, y en los Campeonatos deEuropa que tuvieron lugar en Praga.
Miriam
también fue la primera judoka española en conseguir una medalla en Campeonatos
del Mundo (Belgrado 1989). Dos años más tarde, Joaquín Ruiz, en un memorable
combate con el campeonisimo Koga, conseguiría la segunda (plata); primera medalla en un mundial dela división masculina.
Miriam
Blasco tuvo que sobreponerse al inesperado fallecimiento, unos meses antes de
los Juegos Olímpicos de Barcelona, de su entrenador Sergio Cardell. Golpe
terrible que estuvo a punto de hacerle abandonar.
Pero esta tragedia, pasados los primeros
momentos de desolación, le dio la fuerza moral necesaria para llegar hasta el
combate final de su trayectoria olímpica y derrotar -ayudada por el calor del
público, el aliento de sus incondicionales y la presencia de los Reyes de
España-, a la británica Nicola Fairbrother.
Ahora, veinticinco años más tarde, en el aniversario
de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92,
Miriam vuelve a ser noticia, más por cuestiones de su vida sentimental que por
el recuerdo de su singular hazaña deportiva.
En este combate, final del Campeonato del Mundo de
1991 en la categoría de -56 kg, celebrado en el Palau Blaugrana de Barcelona,
la vemos frente a la belga Nicole Flagothier.
La
belga Ingrid Berghmans es una de las más grandes campeonas de judo. Su palmarés
no deja lugar a dudas: Campeona olímpica (Seúl 88), seis veces campeona del
mundo (1980-82-84-86-89), siete títulos europeos (1983-85-87-88-89),
conseguidos indistintamente en las categorías del peso semipesado (-72 kg) y
peso libre; la colocan como la mejor judoka europea de todas las épocas.
Berghmans
era un elegante judoka y aquí la vemos marcando un impresionante ippon con harai-goshi, -su técnica favorita- a la
francesa Paulette Fouillet, campeona de Europa (1975 y 1976), en la final de
todas las categorías del primer campeonato mundial femenino disputado en Nueva
York (noviembre de 1980). Fouillet ya había conseguido la medalla de plata en
el peso pesado de este mismo campeonato.
A partir
de este campeonato se suceden los continuos éxitos deIngrid Berghmans, que culminan con la medalla
de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl, también la primera vez que el judo
femenino participaba en una competición olímpica.
Rokudán
Belgian Ingrid Berghmans is a great champion of judo. Olympic champion (Seoul 88), six times world championship (1980-82-84-86-89) and seven European titles (1983-85-87-88-89), in the light heavyweight (-72 kg) and all categories. She is all time best European judoka. Berghmans was an elegant judoka. She won the 1980 World Championship with a excellent ippon, harai-goshi, to French Paulette Fouillet, two times Europe champion (1975 and 1976). The career of Ingrid Berghmans, culminating with the gold medal in the Seoul Olympics.
Vivimos en la era de lo políticamente correcto, donde decir
que te gusta el boxeo o algún otro deporte de contacto te convierte en un ser
salvaje, posiblemente antidemócrata. Incluso fascista. La sociedad española
está tan anestesiada que no soporta que dos atletas, meticulosamente
preparados, en el libre derecho de su voluntad, luchen sobre un cuadrilátero
ateniéndose a unas normas concretas y controles médicos regulares.
En cuanto aparece la
sangre, los bienpensadores se asustan. Si se produce una muerte, enseguida
claman por la abolición de este deporte. No sucede así por el fútbol. Tampoco
por las carreras populares, que se cobran víctimas cada año.
El boxeo llegó a paralizar España en un tiempo no muy
lejano. Hoy se asocia al franquismo, a la marginalidad, a la delincuencia. Sólo
los toros han experimentado mayor retroceso en los medios de comunicación y en
la opinión pública. Cierto es que personajes como Poli Díaz, Mike Tyson o Floyd
Mayweather no aguantan el tipo ante caballeros del deporte como Nadal y Federer,
pero el ring no tiene culpa de los actos de sus protagonistas, como la hierba
poco tiene que ver con botarates como Maradona.
Pocos deportes, me atrevería a decir que
ninguno, han suscitado tal atracción sobre poetas, intelectuales o cineastas.
Seres de otro tiempo, claro, quienes encontraron la magia y el embrujo donde
ahora muchos sólo ven violencia. Un profesor universitario me dijo en una
ocasión que eso era una pelea de cazurros, que ganaba siempre el más bruto. Era
evidente que no tenía ni idea de boxeo.
El
mal comienzo de la selección española masculina de baloncesto en el torneo
olímpico propició una final anticipada en el cruce contra Estados Unidos.
Otrora incontestable, el gigante NBA presentó un equipo de gran nivel físico,
pero inferior en calidad y experiencia a los de Pekín o Londres, como se
comprobó en la fase previa. Pensar en una victoria española, combinando un partido
inspirado con un mal día del rival, no era en absoluto descabellado.
No
fue así. Estados Unidos no hizo grandes esfuerzos, incluso pareció respetuosa, pero
a España le faltó la chispa y el genio demostrado contra Francia, el acierto en
el tiro y el cierre de rebote para no regalar segundas opciones, la ilusión de
la selección femenina. Derrota honrosa por apenas seis puntos, pero sin
sensación de poder hacer más. Las de Pekín y Londres dejaron mejor recuerdo y
una legión de admiradores. Pau Gasol confirmó al final una impresión general:
“Perdimos una oportunidad única”.
Esta
derrota no empaña la prodigiosa carrera deportiva de los responsables del auge
del baloncesto nacional, la mejor generación concebida: Pau Gasol, Navarro,
Calderón, Felipe Reyes. Ellos siguieron los senderos abiertos por la generación
de los Epi y Fernando Martín, yendo un paso más allá. Dejan buenos herederos,
pero todo será un poco más difícil sin ellos. Gracias por unos años
maravillosos y por el bronce.
Europa
y creo que también Estados Unidos, respiran aliviados a partir de ahora. En el
viejo continente no existía país con un defensor capaz de parar a Pau. Al otro
lado del Atlántico sabían que una selección de clase media NBA tampoco servía
contra los imprevisibles españoles. Sin Kobe Bryant, Tim Duncan, Dwyane Wade,
Lebron James o Kevin Durant, lo mejor de lo mejor, es posible que nuestro país
hubiese sido campeón olímpico. Es todo un honor.
Final
de salto con pértiga en el estadio olímpico. Victoria del brasileño Thiago
Branz Da Silva con el apoyo de una afición comprensiblemente entusiasmada con
su compatriota, pero injustificablemente enfrentada a sus rivales. Bochornosos
abucheos para desconcentrar al resto de competidores, en especial contra el
francés Renaud Lavillenie, incapaz de contenerse en la pista sin responder. La
escena se repitió en la entrega de medallas. Sonó el himno brasileño, lloró
Lavillenie, impotente y frustrado ante tamaño desprecio. Lamentable imagen. “Es
un público acostumbrado al fútbol”, explican algunos. Ser aficionado al fútbol,
ser de origen humilde o desconocer un deporte no implica ser un maleducado ¿En
qué lugar se acostumbra a insultar al atleta que recoge una medalla de plata?
En la
categoría de pesos pesados de Judo, el egipcio Islam El Shenaby perdió su
combate y se negó a estrechar la mano al israelí Or Sasson. Hay dos razones
posibles: Un simple cabreo por la derrota, malo; o un gesto, sincero o forzado,
ante la amenaza de radicales de su país por participar en una competición junto
al eterno enemigo. Esta opción es dura, otro reflejo de países incompatibles
con el espíritu olímpico. En el Judo es un gesto imperdonable. El COI expulsó
al egipcio de la Villa, sanción sorprendente por parte de una institución
acostumbrada a bajarse los pantalones ante las exigencias musulmanas.