Nunca se debe robar la infancia de un niño. Jennifer Capriati (Nueva York, 1976) era un prodigio del tenis con padre irresponsable, el millonario Stephano Capriati. Su ambición obligó a la niña a entrar en el circuito a los 13 años, compitiendo y entrenándose bajo un régimen opresivo. Tras ganar la medalla de Oro en los Juegos de Barcelona, nada menos que ante Steffi Graf y con sólo 16 años, estalló. Jennifer se cansó de la raqueta, de sentirse una máquina de hacer dinero para los demás, de asistir a discusiones familiares diarias, de no recibir siquiera una caricia o un azote a tiempo. Entonces intentó buscar un rumbo nuevo en su vida, y perdió el timón por completo. En 1993 fue detenida por robo y estuvo cerca de suicidarse. En 1994, la policía la encontró en un motel de Miami, a tope de crack, marihuana y sexo desenfrenado con varios hombres. La separación de sus padres fue el remate, siendo internada en una clínica de desintoxicación. En 1996 vió la luz y volvió a las pistas de tenis. En 2001 ya era la número uno del ránking, pero aparecieron las lesiones. Hoy se siente de nuevo "deprimida" y todos tiemblan.
Publicado en La Región (18 de febrero de 2008).