Pocos días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Barcelona, José Manuel Ibar Aspiazu (1943-1992) se arrojó desde el décimo piso de un edificio de la madrileña calle Fernán Caballero. Cierren los ojos y ábranlos veinte años antes, cuando su mánager arrojaba la toalla en el último intento por recobrar el título europeo del peso pesado de Boxeo. Se hacía llamar "Urtain", nombre del caserío de Guipúzcoa donde nació. Había sido aizkolari, levantador de pesas y yuntero. Su fortaleza encontró sitio en el ring, ganando 27 títulos seguidos antes del primer europeo, en 1970, que mantuvo a media España ante el televisor. Urtain sedujo al público por su bravura y orgullo, pero sólo mientras se mantuvo victorioso. A partir de 1972, su vida y carrera cayeron en picado. Sin estabilidad sentimental y económica, retirado del boxeo, e ignorado por los medios que antes le perseguían, Urtain se sumergió en una profunda depresión. Su cabeza optó por la peor decisión aquella madrugada del 21 de julio. Entonces eligió volar hacia la eternidad.
Publicado en La Región (16-07-2008)
Publicado en La Región (16-07-2008)