Ya se puede confirmar. Cautivo y desarmado, el general Invierno ha abandonado sus últimas posiciones. El mal tiempo ha terminado. Como es costumbre en Ourenseville, la primavera es una estación insulsa, que por estas tierras ni pasa ni se le espera. Accedemos directamente al largo y cálido verano, cuyo esperado estreno alcanzó respetables temperaturas cercanas a los 38 grados, pese a que muchos habitantes de nuestra mágica ciudad se lamentaban, meses atrás, por la ausencia del Astro rey. Pues se van a hartar.
Cuando el calor sahariano convierte nuestra pequeña ciudad en los Altos Hornos de Vizcaya, existen múltiples opciones para refrescarse. La de más alto copete, sin duda, es la salida a Sanxenxo/San Ginés, la Marbella gallega, lugar que ningún veraneante ourensano que se precie debe dejar de frecuentar entre julio y agosto.
Ah, los bucólicos paseos por la señorial playa de Silgar, esquivando toallas y sombrillas de última moda, mientras se reparten saludos a diestra y siniestra, agitando reloj o joya, según proceda. Si es menester, nada mejor que disponer una deliciosa merienda en una concurrida terraza, comentando las últimas noticias y rumores procedente de la madre patria. Ourenseville, siempre en el corazón.
Las familias más humildes no tienen necesidad de empeñar sus bienes inmuebles en tanto derroche. Existe la opción 'fiambrera', muy recurrente entre la clase obrera. Consiste en levantarse todos los domingos al alba, preparar un sustancioso menú -tortilla, emparedados de crema de cacahuete, pastel de jengibre y medio kilo de tocino comprado en la tienda de comestibles del señor Bourtch-, tomar el primer ómnibus con destino a Vigo y no bajarse hasta la cosmopolita playa de Samil, llegando con tiempo suficiente para encontrar sitio en primera línea y ubicar a toda la parentela: la mujer, la suegra doña Croqueta, y los críos, Curtis María y Marisleysis. Un estupendo día de playa, tostándose con entusiasmo para presumir después entre el vecindario. Y que se mueran de la envidia.
No es necesario traspasar los mágicos límites de nuestra ciudad para encontrar otro vergel. A tiro de piedra se encuentran las ya afamadas Pozas Termales. Y no escribimos de las de pago, cosa de señoritos. En las públicas usted puede desarrollar todo tipo de procedimientos hídricos, amén de cortarse las uñas de los pies o lavarse la cabeza con jabón lagarto. Nadie se va a enterar si, aprovechando una natural relajación de la zona pélvica, permite que ciertas emanaciones fluyan con libertad, incrementando el efecto relajante del agua.
Para muchos habitantes de Ourenseville, el rollo Termal no son más que prácticas de invertidos, procedentes de países tan raros como Japón, donde ni siquiera existe la siesta y se escandalizan cuando supera el 5% de paro. En fin.
No es necesario mirar más allá. A dos pasos de su casa existe un lugar que poco tiene que envidiar a Carnota, Zahara de los Atunes o Miami. Sí amigos, nos referimos a Oira´s Beach, zona veraniega de referencia, oasis desconocido por muchos de aquí y bien apreciada por gentes de otros mundos.
En Oira, puede usted elegir, o disfrutar a la vez, de las refrescantes y salvajes aguas del Miño river o de la calma chica de la piscina, un vaso dotado con los últimos avances que -asómbrense- comienza la mañana con un tono claro, más propio de los mares del sur, terminando la jornada con una esencia aparentemente más turbia, inspirada en las corrientes de los sargazos, repleta de plancton y algas (o eso suponemos). Puede cobijarse a la sombra, no de un almendro, sí de las mejores especies autóctonas. Hay columpios para Curtis María y Marisleysis, socorristas muy amables y aparcamiento. ¿Cuántos miles de euros cree que podría costarle este lujo? Nada de nada. Gratis total. Cosas del Estado del bienestar. ¿Quién quiere ahora las clasistas piscinas de pago, cerradas desde hace unos años? Mejor será que metan allí la apisonadora y dejen una explanada bien llanita, para celebrar las romerías de los distintos partidos políticos, una de nuestras pasiones. No lo piense más. Oira´s beach es el sitio.
Cuando el calor sahariano convierte nuestra pequeña ciudad en los Altos Hornos de Vizcaya, existen múltiples opciones para refrescarse. La de más alto copete, sin duda, es la salida a Sanxenxo/San Ginés, la Marbella gallega, lugar que ningún veraneante ourensano que se precie debe dejar de frecuentar entre julio y agosto.
Ah, los bucólicos paseos por la señorial playa de Silgar, esquivando toallas y sombrillas de última moda, mientras se reparten saludos a diestra y siniestra, agitando reloj o joya, según proceda. Si es menester, nada mejor que disponer una deliciosa merienda en una concurrida terraza, comentando las últimas noticias y rumores procedente de la madre patria. Ourenseville, siempre en el corazón.
Las familias más humildes no tienen necesidad de empeñar sus bienes inmuebles en tanto derroche. Existe la opción 'fiambrera', muy recurrente entre la clase obrera. Consiste en levantarse todos los domingos al alba, preparar un sustancioso menú -tortilla, emparedados de crema de cacahuete, pastel de jengibre y medio kilo de tocino comprado en la tienda de comestibles del señor Bourtch-, tomar el primer ómnibus con destino a Vigo y no bajarse hasta la cosmopolita playa de Samil, llegando con tiempo suficiente para encontrar sitio en primera línea y ubicar a toda la parentela: la mujer, la suegra doña Croqueta, y los críos, Curtis María y Marisleysis. Un estupendo día de playa, tostándose con entusiasmo para presumir después entre el vecindario. Y que se mueran de la envidia.
No es necesario traspasar los mágicos límites de nuestra ciudad para encontrar otro vergel. A tiro de piedra se encuentran las ya afamadas Pozas Termales. Y no escribimos de las de pago, cosa de señoritos. En las públicas usted puede desarrollar todo tipo de procedimientos hídricos, amén de cortarse las uñas de los pies o lavarse la cabeza con jabón lagarto. Nadie se va a enterar si, aprovechando una natural relajación de la zona pélvica, permite que ciertas emanaciones fluyan con libertad, incrementando el efecto relajante del agua.
Para muchos habitantes de Ourenseville, el rollo Termal no son más que prácticas de invertidos, procedentes de países tan raros como Japón, donde ni siquiera existe la siesta y se escandalizan cuando supera el 5% de paro. En fin.
No es necesario mirar más allá. A dos pasos de su casa existe un lugar que poco tiene que envidiar a Carnota, Zahara de los Atunes o Miami. Sí amigos, nos referimos a Oira´s Beach, zona veraniega de referencia, oasis desconocido por muchos de aquí y bien apreciada por gentes de otros mundos.
En Oira, puede usted elegir, o disfrutar a la vez, de las refrescantes y salvajes aguas del Miño river o de la calma chica de la piscina, un vaso dotado con los últimos avances que -asómbrense- comienza la mañana con un tono claro, más propio de los mares del sur, terminando la jornada con una esencia aparentemente más turbia, inspirada en las corrientes de los sargazos, repleta de plancton y algas (o eso suponemos). Puede cobijarse a la sombra, no de un almendro, sí de las mejores especies autóctonas. Hay columpios para Curtis María y Marisleysis, socorristas muy amables y aparcamiento. ¿Cuántos miles de euros cree que podría costarle este lujo? Nada de nada. Gratis total. Cosas del Estado del bienestar. ¿Quién quiere ahora las clasistas piscinas de pago, cerradas desde hace unos años? Mejor será que metan allí la apisonadora y dejen una explanada bien llanita, para celebrar las romerías de los distintos partidos políticos, una de nuestras pasiones. No lo piense más. Oira´s beach es el sitio.
Seguimos consternados por la injusta eliminación de nuestra vecina Miriam en el programa cultural 'Supervivientes'. No lo duden, existe una mano negra que frustra las ilusiones de cualquier nacido en nuestra incomparable provincia. Recuerden a Israel, que jugaba al baloncesto en el Pabellón, a Paula o a Crystal. Todos participaron en el interesante espacio sociológico llamado 'Gran Hermano', siendo eliminados con alevosía. A Miriam la abandonaron en una balsa, en alta mar. Pues ellos se lo pierden. Eso sí, las altas jerarquías del régimen deberían protestar de forma enérgica en el consulado de Madrid. Independentzia, ya.
Publicado en La Región (20-05-2010)