Pocos se resisten a los encantos de la pequeña y coqueta Ourenseville. Sepan ustedes que los más importantes prebostes de la política nacional, y por ende, internacional, no dudan en visitar nuestra mágica ciudad y disfrutar de sus enormes posibilidades.
Hace unos días la mismísima ministra de Sanidad, la pizpireta Trinidad Jiménez, se encontraba en una de las calles más prestigiosas de Ourenseville. Nada menos que en Pasarela Paseo, camino obligado para todo ciudadano que pretenda mantener un estatus de glamour entre sus vecinos.
Imaginen a la máxima responsable de la salud patria, sentada en una de las terrazas más chic de pasarela Paseo, soltando su frondosa melena a la suave brisa de un mediodía primaveral, paladeando un refrescante piscolabis, paso previo -suponemos- a una opípara comida con los amigos y con su pareja, actualmente denominada como compañero sentimental.
¡Ah, el amor! Siempre, el amor. "Palomita mía, ¿me pasas una aceitunita?", diría él. "Toma, membrillito mío. Y además un cacahuetecito para que mi tortolito no pase hambre", respondería ella, mientras una docena de querubines acompañan tan tierna y bucólica escena, acariciando sus violines y arpas en deliciosa armonía. "¿Te he dicho ya que hoy estás bellísima, reina mía?".
Entonces, la realidad
Pero ya saben ustedes que la felicidad no es más que un breve instante en toda una vida, como bien decía Cela. Quiso la casualidad que por allí cruzase un camarógrafo de este periódico quien, llamado por el irrenunciable sentido del deber y servicio a la patria, de forma inmediata olió el aroma de un documento gráfico importante.
Desenfundó, ajustó el zoom y disparó una ráfaga de impactantes imágenes. Las fotos del año. No se hablaría de otra cosa en todo supermercado, peluquería o cafetería. Entonces, quizá camuflado como mantero, o recién salido de una loseta del empredrado, apareció un guardaespaldas. Un miembro de la guardia personal de la ministra, con cara de pocos amigos y modales que desentonarían en cualquier taberna de Portugalete.
La política contra la prensa. Duelo de titanes. El agente secreto amenazó al retratista poco menos que con mandarle al cadalso. Se empeñó en que borrase todo vestigio de la ministra con su novio. Ni que estuviese celoso. Más le hubiese servido al individuo haber pasado del primer fascículo del curso de fotografía, porque el hábil reportero recuperó después todo el material, gracias a un programa informático.
Al final, tanto follón para nada. Para ver al día siguiente a Trini and company a toda plana. No era para tanto, hombre. Si un domingo no trabaja nadie. Y los políticos, menos. A ver si se piensan que en Ourenseville nos chupamos el dedo. Nosotros, con presumir de provincia en toda España ya estamos más que contentos.
Todos en pie
Presumir de provincia y de país. Ourenseville podría solicitar ipso facto su total independencia. Altos cargos para dirigir el destino de esta nao nos sobrarían. Recuerden a nada menos que dos ministras de raíces profundas: Elena Salgado y Elena Espinosa; a un presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco y, nada menos, a todo un flamante presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, conocido como el águila de los Peares. Ahí es nada.
Don Alberto, precisamente, volvió a sus orígenes hace unos días, haciendo un hueco en su apretada agenda. Entre otras actividades, asistió al partido de baloncesto -sí, ese deporte de señoritas- disputado en el Pazo Paco Paz, entre el Sousas COB que preside George Bermello y el La Laguna, el único lugar de toda la isla de Tenerife donde le puede sorprender un chaparrón en su luna de miel.
Su entrada en el recinto coincidió con un acto programado. Un solemne minuto de silencio por la muerte de Juan Antonio Samaranch, el ex presidente olímpico. Así que el locutor del encuentro solicitó que todo el público se pusiera en pie, sin esgrimir la razón en ese justo momento.
Momento de confusión
Algún presente, a la sazón comunista, ató cabos demasiado pronto e interpretó que tal acción era un acto de sometimiento al Imperator de la Gallaecia, como si Obama hubiese aterrizado en el U.S.Enterprise y pasase revista a las tropas. Sólo faltaba ya que el protocolo exigiese genuflexiones ante un cargo público. Hasta aquí hemos llegado, amigos. Algún ofuscado aficionado se puso hecho un basilisco, hasta que el propio locutor explicó el motivo de tan bello gesto. No es fácil ser profeta en tu propia tierra.
Ourensanos o no, no se extrañen en las próximas fechas si se encuentran con don Celestino Corbacho en las Termas, o con Bibiana Aído en la pescadería. Todos los políticos están subyugados por la magia de nuestra pequeña ciudad.
Hace unos días la mismísima ministra de Sanidad, la pizpireta Trinidad Jiménez, se encontraba en una de las calles más prestigiosas de Ourenseville. Nada menos que en Pasarela Paseo, camino obligado para todo ciudadano que pretenda mantener un estatus de glamour entre sus vecinos.
Imaginen a la máxima responsable de la salud patria, sentada en una de las terrazas más chic de pasarela Paseo, soltando su frondosa melena a la suave brisa de un mediodía primaveral, paladeando un refrescante piscolabis, paso previo -suponemos- a una opípara comida con los amigos y con su pareja, actualmente denominada como compañero sentimental.
¡Ah, el amor! Siempre, el amor. "Palomita mía, ¿me pasas una aceitunita?", diría él. "Toma, membrillito mío. Y además un cacahuetecito para que mi tortolito no pase hambre", respondería ella, mientras una docena de querubines acompañan tan tierna y bucólica escena, acariciando sus violines y arpas en deliciosa armonía. "¿Te he dicho ya que hoy estás bellísima, reina mía?".
Entonces, la realidad
Pero ya saben ustedes que la felicidad no es más que un breve instante en toda una vida, como bien decía Cela. Quiso la casualidad que por allí cruzase un camarógrafo de este periódico quien, llamado por el irrenunciable sentido del deber y servicio a la patria, de forma inmediata olió el aroma de un documento gráfico importante.
Desenfundó, ajustó el zoom y disparó una ráfaga de impactantes imágenes. Las fotos del año. No se hablaría de otra cosa en todo supermercado, peluquería o cafetería. Entonces, quizá camuflado como mantero, o recién salido de una loseta del empredrado, apareció un guardaespaldas. Un miembro de la guardia personal de la ministra, con cara de pocos amigos y modales que desentonarían en cualquier taberna de Portugalete.
La política contra la prensa. Duelo de titanes. El agente secreto amenazó al retratista poco menos que con mandarle al cadalso. Se empeñó en que borrase todo vestigio de la ministra con su novio. Ni que estuviese celoso. Más le hubiese servido al individuo haber pasado del primer fascículo del curso de fotografía, porque el hábil reportero recuperó después todo el material, gracias a un programa informático.
Al final, tanto follón para nada. Para ver al día siguiente a Trini and company a toda plana. No era para tanto, hombre. Si un domingo no trabaja nadie. Y los políticos, menos. A ver si se piensan que en Ourenseville nos chupamos el dedo. Nosotros, con presumir de provincia en toda España ya estamos más que contentos.
Todos en pie
Presumir de provincia y de país. Ourenseville podría solicitar ipso facto su total independencia. Altos cargos para dirigir el destino de esta nao nos sobrarían. Recuerden a nada menos que dos ministras de raíces profundas: Elena Salgado y Elena Espinosa; a un presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco y, nada menos, a todo un flamante presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, conocido como el águila de los Peares. Ahí es nada.
Don Alberto, precisamente, volvió a sus orígenes hace unos días, haciendo un hueco en su apretada agenda. Entre otras actividades, asistió al partido de baloncesto -sí, ese deporte de señoritas- disputado en el Pazo Paco Paz, entre el Sousas COB que preside George Bermello y el La Laguna, el único lugar de toda la isla de Tenerife donde le puede sorprender un chaparrón en su luna de miel.
Su entrada en el recinto coincidió con un acto programado. Un solemne minuto de silencio por la muerte de Juan Antonio Samaranch, el ex presidente olímpico. Así que el locutor del encuentro solicitó que todo el público se pusiera en pie, sin esgrimir la razón en ese justo momento.
Momento de confusión
Algún presente, a la sazón comunista, ató cabos demasiado pronto e interpretó que tal acción era un acto de sometimiento al Imperator de la Gallaecia, como si Obama hubiese aterrizado en el U.S.Enterprise y pasase revista a las tropas. Sólo faltaba ya que el protocolo exigiese genuflexiones ante un cargo público. Hasta aquí hemos llegado, amigos. Algún ofuscado aficionado se puso hecho un basilisco, hasta que el propio locutor explicó el motivo de tan bello gesto. No es fácil ser profeta en tu propia tierra.
Ourensanos o no, no se extrañen en las próximas fechas si se encuentran con don Celestino Corbacho en las Termas, o con Bibiana Aído en la pescadería. Todos los políticos están subyugados por la magia de nuestra pequeña ciudad.
Publicado en La Región (06-05-2010). Foto de Miguel Ángel