"Mi madre siempre me dijo, ten cuidado con las compañías", declaró en una ocasión el velocista estadounidense Tim Montgomery (Gaffney, 1975). Practicó baloncesto y fútbol americano, pero su incontenible explosividad merecía una pista abierta. Sumen a estas condiciones una pizca de THG, indetectable entonces en los controles anti dopaje; otra de EPO y otra de Mondafinil. Los resultados fueron dos oros, uno mundialista y otro olímpico, más el alucinante récord de los 100 metros lisos, 9,78 segundos. Tocó el cielo en 2002. Era el hombre más rápido sobre la tierra, pareja de otra triunfadora velocista, la gacela Marion Jones, con quien compartía un niño. Pero, un día, ambos decidieron abandonar al prestigioso técnico, Trevor Graham, y éste se vengó de la forma más temible. Denunciando todo el entramado de dopaje sobre el cual sustentaban sus resultados. Montgomery cayó en 2005, siendo sancionado por dos años y retirados sus logros. Era atleta muerto. El escándalo además rompió su relación con Jones, la siguiente en caer. A partir de aquí, cuesta abajo en la rodada. En 2006 fue detenido, junto a 11 delincuentes más, involucrado en estafas bancarias. En 2008, por vender 100 gramos de heroína en el estado de Virginia. ¿Malas compañías? Tim parece galopar sin freno por el lado salvaje de la vida.
Publicado en La Región (08-09-2008)