SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

jueves, 16 de julio de 2009

YA NO EXISTEN HÉROES COMO DAVID PURLEY

¿Y quién fue David Purley (1945-1985)? Hijo de un próspero comerciante de la localidad sureña inglesa Bognor Regis, se enroló muy joven en el ejército de Su Majestad, combatiendo durante los años sesenta en Adén (Yemen) con el cuerpo de Elite paracaidista. Allí aprendió a moverse entre la vida y la muerte. Por ello no es extraño que, ya en 1973 y pilotando en la Fórmula Uno, fuese el único dispuesto a rescatar a su compatriota Roger Williamson, quien se había quedado atrapado dentro de un bólido en llamas en el circuito holandés de Zandvoort. La acción, casi suicida, le convirtió en un héroe nacional, pero el desgraciado Williams murió achicharrado, mientras la ¿seguridad? del circuito era incapaz de rescatarle y Purley se lamentaba impotente en la cuneta. David estuvo muy cerca de terminar igual. Cuatro años después empotró su vehículo contra un muro en el mítico Silverstone, sufriendo la mayor desaceleración conocida hasta entonces. Su coche pasó de 170 kilómetros por hora a cero en apenas 66 centímetros. Una experiencia sin igual que le costó varios huesos rotos y tres paradas cardíacas. Nuevo milagro. Purley sobrevivió y continúo pilotando, hasta que decidió cambiar el asfalto por las acrobacias aéreas. Al fin y al cabo era su medio preferido. Fue la última aventura para este británico por encima del bien y del mal, alejado de los convencionalismos y siempre inquieto. En 1985 se estrelló en avioneta en la costa de su amado pueblo, mientras practicaba nuevos trucos, jugando sobre la delgada línea roja que separa la vida y la muerte.

Publicado en La Región (31-03-2008).