¿Y quién fue David Purley (1945-1985)? Hijo de un próspero comerciante de la localidad sureña inglesa Bognor Regis, se enroló muy joven en el ejército de Su Majestad, combatiendo durante los años sesenta en Adén (Yemen) con el cuerpo de Elite paracaidista. Allí aprendió a moverse entre la vida y la muerte. Por ello no es extraño que, ya en 1973 y pilotando en la Fórmula Uno, fuese el único dispuesto a rescatar a su compatriota Roger Williamson, quien se había quedado atrapado dentro de un bólido en llamas en el circuito holandés de Zandvoort. La acción, casi suicida, le convirtió en un héroe nacional, pero el desgraciado Williams murió achicharrado, mientras la ¿seguridad? del circuito era incapaz de rescatarle y Purley se lamentaba impotente en la cuneta. David estuvo muy cerca de terminar igual. Cuatro años después empotró su vehículo contra un muro en el mítico Silverstone, sufriendo la mayor desaceleración conocida hasta entonces. Su coche pasó de 170 kilómetros por hora a cero en apenas 66 centímetros. Una experiencia sin igual que le costó varios huesos rotos y tres paradas cardíacas. Nuevo milagro. Purley sobrevivió y continúo pilotando, hasta que decidió cambiar el asfalto por las acrobacias aéreas. Al fin y al cabo era su medio preferido. Fue la última aventura para este británico por encima del bien y del mal, alejado de los convencionalismos y siempre inquieto. En 1985 se estrelló en avioneta en la costa de su amado pueblo, mientras practicaba nuevos trucos, jugando sobre la delgada línea roja que separa la vida y la muerte.
Publicado en La Región (31-03-2008).