Uno, dos, tres…CATORCE!!!! El pasado martes 30 de junio los irlandeses U2 dieron el pistoletazo de salida en nuestro país a su grandioso “360º Tour”. Barcelona fue la ciudad elegida para la puesta de largo de esta nueva serie de conciertos con la que Bono & company vuelven a dar una sorprendente vuelta de tuerca a sus directos. Las 90.000 entradas vendidas en 54 minutos para este concierto de apertura de gira son una buena muestra de la expectación que sigue generando esta banda que no teme ni al tiempo ni al olvido. Acostumbrados a que nos dejen sin aliento con sus impecables espectáculos de luz y sonido, en esta ocasión nos impresionan con un mastodóntico y giratorio escenario circular unido por unas pasarelas móviles a un cinturón anular, todo ello protegido por una cubierta en forma de garra de cuatro patas ( bautizada como “The Claw”) con la que ocuparon una tercera parte del césped del Camp Nou. Una cúpula que recuerda a una gigantesca araña, equipada con una gran pantalla cilíndrica de increíble definición, en la cual se puede apreciar hasta el más mínimo detalle de las facciones e indumentaria de cualquiera de los miembros del grupo. Sin embargo esta idea no es nueva, este caparazón arácnido ya fue utilizado en 1987 por el rey del glam, David Bowie, en su “Glass Spider Tour” evidentemente con un despliegue tecnológico muchísimo más modesto y acorde con su época.
He de reconocer que no estaba muy animada a ir a este concierto. Me gustan, aunque tan sólo me apasionan de verdad seis o siete temas de toda su discografía, y mi experiencia en Madrid en el 2005 con motivo del tour “Vértigo” no es de los mejores recuerdos que conservo (calor, aglomeraciones insoportables, una misión suicida lo de ir al baño y seis interminables horas de pie para no ver absolutamente nada…). Pero el hecho de conseguir cómodamente las entradas (por cortesía de Óscar, una vez mas…), el poder estar unos días en Barcelona y el ferviente entusiasmo de mis amigos Tito y Lola fueron razones suficientes para cambiar de opinión y liarme la manta a la cabeza. Con cuatro incorporaciones de última hora y pertrechados con unas cuantas botellas de agua nos plantamos en el Camp Nou dispuestos a disfrutar de una noche mágica.
Y la verdad es que el espectáculo no defraudó. Para empezar, el acceso al Camp Nou fue cómodo y fácil, sin colas ni esperas. Las solicitadas casetas de bebidas y merchandising (gorras a 20€ y camisetas a 30€) se instalaron en la explanada exterior del estadio, lo cual me pareció todo un acierto. Milagrosamente encontramos el cuarto de baño vacío y, ya preparados, accedimos a la pista donde nos estamparon a cada uno un “360” en la mano “para poder movernos libremente por el todo el recinto”. Nos recibe la impresionante “The Claw” que nos deja boquiabiertos a todos… En esos momentos están tocando los teloneros, Snow Patrol, a los que tenemos a unos 50 metros con una visibilidad magnífica. Intentamos situarnos bien, la verdad es que sería fácil llegar a las primeras filas, todavía hay bastantes huecos… El ambiente se va caldeando a medida que anochece y los colores blaugranas de los asientos van desapareciendo al ser ocupados. Una refrescante brisa ameniza la espera y el escenario poco a poco va cobrando vida.
En torno a las 10 de la noche y con bastante puntualidad, Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. dan por inaugurada su nueva gira, envueltos en un fantástico juego de luces y arrancando con “Breathe”, tema de su último trabajo “No line on the horizon”. La ovación es tal que parece que el estadio se viene abajo y los flashes de las cámaras no dan abasto. Enganchan con “Get on your boots” y la extraordinaria “Magnificent”, también de este nuevo disco, recorriendo las pasarelas y el anillo que rodea a la Red Zone ( donde unos cuantos privilegiados, a 1.500 euros la entrada, disfrutan de una excelente posición).
Tras este brillante comienzo Bono, totalmente vestido de negro y ejerciendo de maestro de ceremonias, saluda a Barcelona declarando su predilección por esta ciudad en donde han permanecido estas últimas semanas, junto a todos los miembros de sus familias disfrutando de las cañas en la Barceloneta y del café en Las Ramblas, a la vez que supervisaban el montaje de este macroescenario (cuyo coste asciende a 108 millones de euros, todo un alarde de poderío…) para el que se han inspirado en la singular obra de Gaudí. En estos tiempos difíciles agradece a todos el esfuerzo por asistir a este evento y con “Beautiful day” reanuda el periplo. Y llega la primera sorpresa de esta velada. Al final de la mítica “Angel of Harlem” enlazan con “Man in the mirror” y “Don´t stop til you get enough”, dos inconfundibles temas del malogrado Michael Jackson, ofreciéndole de esta manera su consabido homenaje (últimamente ingentes cantidades de fans del rey del pop brotan como setas por todas partes. Donde estaban escondidos? En Neverland…?)
Pero sin lugar a dudas, el momento de la noche vino a continuación de “In a little while”, cuando Bono establece comunicación con la Estación Espacial Internacional dejando al personal completamente extasiado. Tras los saludos pertinentes, los integrantes de la tripulación, cual imagen de un anuncio de Benetton, comentan con Bono las investigaciones que están realizando en el espacio y la estupenda camaradería que reina entre todos a pesar de sus diferentes orígenes y nacionalidades. A la pregunta de si la Tierra se ve redonda desde allí nos responden con una enigmática sonrisa dejando que la duda flote con ellos en el aire…
El concierto continua, con pelotazos como “The unforgettable fire”, ”City of blinding lights”, “Vertigo” y “Sunday bloody Sunday”. Instantes después, el escenario se convierte en una auténtica discoteca, bola plateada incluída, con una versión muy bailable de “I´ll go crazy if don´t go crazy tonight”. Los cuatro abandonan el escenario, incluido el hierático Larry Mullen Jr. (tan bello como inexpresivo) para pasearse por todo el perímetro de la pasarela, a la vez que un videoclip con sus rostros se proyecta en la pantalla.
Y como no, llega el momento reivindicación-protesta. Bono dedica “Walk on/You´ll never walk alone” a Aung San Suu Kyi, activista por los Derechos Humanos y por la libertad en Birmania, Premio Nóbel de la Paz en el año 1.991, en arresto domiciliario desde el 2003. Para participar en este homenaje se han repartido caretas con su foto en la entrada del estadio y un grupo de elegidos desfila por la pasarela ocultando su rostro con la máscara. Tras esta performance todo un clásico “Where the streets have no name” que junto con “Pride” hacen las delicias de sus fans de toda la vida. Y como colofón la hermosísima “One”, interpretada por un Bono enfundado con la camiseta del Barça para disfrute orgásmico de todos los aficionados culés. De esta manera quiere agradecer al club el hecho de lucir en sus equipaciones el logotipo de UNICEF de una manera altruista.
Tras una triunfal ovación los cuatro se retiran… Para los bises, las fulgurantes luces se atenúan y la puesta en escena vira a una atmósfera más íntima. Bono cambia su chaqueta de cuero por una cazadora con luces rojas en los laterales que recorta su silueta en la penumbra. Un micrófono circular se descuelga del techo al mas puro estilo de las veladas de boxeo y de esta guisa nos obsequian con “Ultraviolet” y por supuesto, “With or without you”, tema que se esperaba con gran anhelo. Bono deja patentes sus pésimas dotes como trapecista al intentar algún número circense colgándose del micrófono. El broche final lo ponen con “Moment of surrender”, la canción favorita del vocalista de este nuevo álbum, adornada con el holograma de unas hadas volando en un rincón lateral del estadio. Una nana ideal para irse a la cama tras esta descarga de adrenalina.
En definitiva, un show colosal. Sin lugar a dudas, la estrella del espectáculo es todo el conjunto del escenario que se convierte en el quinto miembro de la banda. El sonido inmejorable (a pesar de que ellos no quedaron del todo satisfechos) y la voz de Bono espléndida, demostrando estar en plena forma a sus 49 años, al igual que sus compañeros (todos rondan la cincuentena). Gracias a la descomunal pantalla la visión desde cualquier punto del recinto fue excelente. La comodidad en pista no estuvo mal, salvo por algún oloroso paquidermo que dió la turra en algunos momentos pero no hubo agobios ni los típicos empujones. Eso sí, cero patatero al Ayuntamiento de Barcelona o a quien corresponda por el mas que deficiente despliegue de transporte público convirtiendo la vuelta a casa en una auténtica pesadilla que en nuestro caso duró algo mas de dos horas. Teniendo en cuenta que este tipo de acontecimientos suponen importantes beneficios económicos para la ciudad, no es de recibo que no se prolongue el horario del metro un par de horas más en ocasiones puntuales como ésta en vez de dejar al personal totalmente vendido.
Con otro concierto más en Barcelona, U2 cierra su excursión por nuestro país prometiendo volver el próximo año. Ya se barajan posibles fechas y una ubicación muy cercana a nuestra ciudad pero, por el momento, son solo rumores. En caso de que prosperen allí nos veremos.
Trinity