Mi buen amigo Kike me comentó hace unos días lo que hoy es noticia y anécdota en el mundillo de la canasta. El jugador NBA Devin Harris, del New Jersey Nets, participaba en uno de esos eventos de promoción en un playground de Londres. Uno de los actos consistía en jugar un mano a mano con jóvenes o aficionados al baloncesto. En este caso le tocó Stuart Tanner, un blanco espigado y rápido, desconocido para Harris y el resto de la humanidad, a excepción de los muy metidos en el baloncesto callejero británico. Cuatro gatos que no ven la Premier.
Se juegan la primera posesión a un tiro libre, que mete Harris. En la primera acción, el NBA lanza un triple, pisando la línea, y falla. Tanner atrapa el rebote. Le toca a él. En su primera jugada marca un tiro en suspensión con amplia parábola y en posición forzada. Harris levanta los brazos, salta, pero sin mayor intención de taponar. En la segunda, Tanner bota ante su mirada -comete dobles, por cierto- y llegamos al momento culminante. El británico pasa el balón bajo las piernas del profesional, recoge la pelota y anota a aro pasado, provocando la carcajada general.
Esta jugada se colgó en Internet y hoy es motivo de mofa y befa contra el NBA Harris, quien intentó excusarse con la peregrina excusa de que pensó que Tanner era "retrasado". No hacía falta tan poca clase. Tanner es un tipo habilidoso con la pelota y se la coló, sin más. A algunos negros NBA les viene bien cierta cura de humildad contra tanta posturita y prepotencia en la cancha, además de cierto complejo de superioridad ante el jugador blanco.
En su descargo también hay que decir que no parece el caso de Harris, quien felicitó a Tanner, como se puede ver en el vídeo. Piensen que el jugador tampoco se emplea a fondo en estos eventos ni debe hacerlo. No está caliente, se puede lesionar, no sabe a quien se mide y, por lógica, debe permitir cierta rienda suelta a los ilusionados participantes. Imaginen a Kobe Bryant en un evento similar: taponando a adolescentes, robando la pelota a los niños, burlándose de la gente mayor... Su "honor" quedaría a salvo pero su diplomacia y empatía con el público por los suelos.
El baloncesto callejero es expresión libre e improvisación, como los buenos jazzman, pero son pocos los que podrían jugar un baloncesto estándar. Cinco contra cinco, contra una defensa en zona, buscando la eficacia en lugar de la floritura, leyendo el juego... No pensemos que porque Stuart Tanner gane un uno contra uno a Devin Harris un grupo de raperos de Brooklyn puede derrotar al CSKA de Messina o al Boston Celtics de Garnett. Cada cosa en su sitio.