A veces, la vida sólo te ofrece una oportunidad. El estadounidense Shawn Kemp (Elkhart, 1969) era prácticamente un analfabeto, sin padre, un prometedor delincuente a sus 20 años. Pero poseía unas cualidades físicas descomunales para el baloncesto, y la NBA le concedió una oportunidad. Kemp se convirtió en una estrella mundial en Seattle, la ciudad de la lluvia. En 1996, sólo el gran Chicago de Michael Jordan pudo derrotar a su equipo, siendo el suyo la gran esperanza de futuro. Pero la loca cabeza de Kemp no estaba al nivel del portentoso cuerpo. Su codicia le llevó a exigir más dinero y envidiar a los compañeros. Su soberbia, a acomodarse y mantener un ritmo de vida de divo: alcohol y drogas, sexo y siete hijos desperdigados por la ciudad (hoy se le calculan unos 12, entre legítimos, reconocidos y en trámites de juzgado). Rebotado de un club a otro, en 2001 comenzó un programa de desintoxicación. Agua. En los años 2005 y 2006 fue detenido por reincidencia. A los 38 años, se entrena en su rancho de 30 acres en Indiana, rogando por una nueva oportunidad. La que no supo aprovechar en la cúspide de su carrera.
Publicado en La Región (19-11-2007).