SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

sábado, 6 de junio de 2009

BARNEY ROSS, EL ÍDOLO DE AL CAPONE


Beryl Rasofsky (1909-1967) neoyorkino criado en el barrio judío de Chicago, apuntaba como profesor de hebreo, hasta que unos ladrones sin escrúpulos mataron a su padre, un humilde comerciante. Su madre enloqueció, sus tres hermanos fueron repartidos entre diferentes orfanatos, y él decidió entrar en el lado oscuro y salvaje de la vida para reunir a toda su familia. Actuó como matón a sueldo, hasta que descubrió en el boxeo -o el boxeo lo descubrió a él- el medio ideal para liberar toda su frustración. Entonces cambió su nombre por Barney Ross y se puso los guantes. En apenas nueve años, 1929-1938, ganó tres títulos mundiales, cautivó al mismísimo Al Capone, fan incondicional, y logró cobijar a sus hermanos bajo su regazo. Pero su ingenuidad natural, fracasos empresariales e incontrolable ludopatía hundieron por igual su bolsillo y matrimonio. Sin nada ni a nadie que perder, lejos del ring, se alistó para combatir en la II Guerra Mundial. Peleó con la misma bravura en Guadalcanal, de donde regresó vivo pero enganchado a la morfina. Vagó como alma en pena por las calles de Los Ángeles, suplicando droga y ayuda. Noble y corajudo fue, una vez más, capaz de salir airoso del fango. Se rehabilitó y logró vivir con cierto bienestar durante sus últimos años, hasta que un cáncer le venció por k.o.

Publicado en La Región (03-03-2008)