La crisis macroeconómica, el crack del 2009, también se nota en la pequeña y apacible Ourenseville. No por la cantidad de suicidios de frustrados economistas desde el Hotel San Martín, como en aquel fatídico 1929 en Manhattan. Sí en la escasez de obras en la ciudad. Uno de los pasatiempos favoritos entre los varones de avanzada edad.
Por ello, no es de extrañar el suceso de hace unos días, cuando a un 'joven' de 32 años -edad en la cual nuestros padres estaban casados y con la prole bien parida- se le ocurrió llamar a los servicios de emergencia en auxilio de un desgraciado náufrago, quien se encontraba a merced de los rápidos del Miño, a los pies de la monumental presa de la garganta de Velle.
En cuestión de unos minutos, todas la fuerzas de elite de Ourenseville se presentaron en el lugar. Sólo faltaron los hombres de Harrelson y el inspector Gadget en tan formidable despliegue. Pero ¡oh, sorpresa! Todo había sido producto de la imaginación del individuo, quien justificó la alarma por una sencilla razón. Porque se aburría.
Así pues, bien harían las altas jerarquías del régimen en disponer de una unidad de operaciones especiales para el ocio popular. Un día se dedicarían a plantar fuego a un edificio, para después introducirse a pecho descubierto y rescatar a sus ocupantes. Otro día se podría organizar una persecución a tiros por el casco viejo, con final espectacular en la Plaza Mayor. También sería bien acogido el descarrilamiento controlado de un tren de pasajeros por el viaducto, con los mejores hombres rana en auxilio de los eventuales supervivientes. Todo para que los nobles habitantes de Ourenseville no se aburran en casa, por Dios.
Fiebre por el todoterreno
Las últimas, grises y frías cifras en automoción desvelaron hace unos meses un previsible descenso de ventas de vehículos. Pero, ojo amigos, lo curioso fue el llamativo aumento en las compras de modelos de alta gama. En especial de esas mastodónticas máquinas, llamadas entre el vulgo 'todo terreno'.
En otros tiempos apenas se veían por la city, restringidos a labores campestres. Destacaban en su interior por una variada gama de olores y por apilar trastos oxidados de todo tipo, amén de una amplia capa de lodo seco sobre su chasis. Con frecuencia, se solía escribir sobre sus cristales ese clásico 'lávame porco', hoy totalmente en desuso, como tantas tradiciones.
En la actualidad, estos flamantes vehículos sienten alergia por el monte y lucen gallardos por las calles más señoriales de Ourenseville. Compiten contra los bólidos más deportivos y aerodinámicos del mercado en las autopistas, si bien apenas pueden acoger la mitad de las maletas del vestuario de verano de doña Croqueta y los complementos de los pequeños Curtis María y Marysleisis.
No piensen que su adquisición responde a una cuestión de reafirmación del estatus social ni de exhibición de poderío económico. No en la Ourenseville alejada de las vanidades y presunciones, las que poseen otras villas de poco pelaje.
La verdadera razón de tal esfuerzo responde a una necesidad, dado el estado de más de alguna rue y carretera de la provincia.
Conduzcan, por ejemplo, por la conocida Habana Avenue, una de las arterias de la ciudad. Serán afortunados si la recorren de cabo a rabo sin perder una rueda entre tanto adoquín desternillado.
Otra ruta turística de mención es la carretera OU-537, entre el Polígono de San Ciprián y el complejo deportivo de Monterrei, tramo puntuable para el rally de la desesperación. Muchas calzadas romanas de época augusta presentan mejor firme que la mencionada. Y la ITV, al lado. Un cashondeo.
Todo vehículo que no sea un 4x4 de raza, con sus potentes suspensiones y neumáticos, tiene las mismas posibilidades de salir indemne del camino que usted de hacerlo sin consecuencias neuro musculares de un concierto de Bebe. Se preguntará si no hay dinero en las arcas para estas cosas, en lugar de regalarlo a los estudios sobre el clítoris, del imprescindible Ministerio de Igualdad. Si así piensa es que usted es un retrógrado y fascista.
Adiós, general Invierno
Después de tantos meses de sometimiento ya pueden abrir las ventanas y clamar sin miedo. ¡Adiós, general Invierno! Este elemento que en el pasado terminó con las carreras de Napoleón o Hitler, por fin dejó de acosar a la humilde y buena gente de Ourenseville.
Fueron no menos de cinco meses de cielos grises y gélida atmósfera. De noches al calor de un brasero. Días de bufanda, orejeras, virus y gripe A, esa terrible pandemia que terminó con siete gatos y dos canarios en la provincia. De monopolizar las apasionantes conversaciones en portales, supermercados, ascensores y salas de espera.
Hoy podemos gritar ¡libertad! Ya es primavera en Ourenseville, la cual irradia un aura mágica de optimismo y color. Al cuerno con el abrigo. ¡Viva la minifalda! ¡Todos a la Chavasqueira!