El aldabonazo que supuso para Japón, en 1853, la llegada del comodoro Perry con sus barcos de guerra, forzando a éste país la apertura de sus puertos al comercio, puso de manifiesto el atraso tecnológico nipón, dando paso a un profundo cambio político y a una febril modernización, que se conoce como la Reforma Meiji. La caída del Shogunato Tokugawa, (gobierno militar) después de más de doscientos cincuenta años de gobierno efectivo del Japón y la recuperación del poder por el Emperador -que era una sagrada institución pero sin ningún poder real- dio comienzo a una etapa de cambios radicales en una sociedad, hasta ese momento, rígidamente estratificada.
La fascinación por Occidente hizo que muchos japoneses fuesen enviados a Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, para aprender su tecnología, estudiar sus ejércitos y organización social, que trasladaron de forma casi mimética a su país. En este clima, todo lo antiguo fue desdeñado y uno de los estamentos mas perjudicados fue el de los Samuráis, casta de guerreros, a quienes esta reforma le quitaba su razón de ser. Perdían el privilegio de portar la espada, símbolo centenario de su orgullosa clase y, su reconversión a la nueva sociedad, dejó a muchos de ellos al borde de la indigencia.
En este contexto nace, en 1860, Jigoro Kano, el fundador del judo, en el seno de una familia acomodada. Kano recibe una esmerada educación, y a la edad de dieciséis años se interesa por el Jiu-jitsu, algo impropio de un joven de su clase. El Jiu-jitsu era un conjunto de técnicas para la lucha cuerpo a cuerpo, de eficacia letal, utilizadas por los Samuráis cuando no podían valerse de sus espadas. Estas técnicas eran guardadas celosamente por las distintas escuelas de Jiu-jitsu que las pasaban de padres a hijos o de maestros a discípulos, siempre de manera secreta.
La fascinación por Occidente hizo que muchos japoneses fuesen enviados a Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, para aprender su tecnología, estudiar sus ejércitos y organización social, que trasladaron de forma casi mimética a su país. En este clima, todo lo antiguo fue desdeñado y uno de los estamentos mas perjudicados fue el de los Samuráis, casta de guerreros, a quienes esta reforma le quitaba su razón de ser. Perdían el privilegio de portar la espada, símbolo centenario de su orgullosa clase y, su reconversión a la nueva sociedad, dejó a muchos de ellos al borde de la indigencia.
En este contexto nace, en 1860, Jigoro Kano, el fundador del judo, en el seno de una familia acomodada. Kano recibe una esmerada educación, y a la edad de dieciséis años se interesa por el Jiu-jitsu, algo impropio de un joven de su clase. El Jiu-jitsu era un conjunto de técnicas para la lucha cuerpo a cuerpo, de eficacia letal, utilizadas por los Samuráis cuando no podían valerse de sus espadas. Estas técnicas eran guardadas celosamente por las distintas escuelas de Jiu-jitsu que las pasaban de padres a hijos o de maestros a discípulos, siempre de manera secreta.
Kano, no sin dificultades, comienza a estudiar durante un tiempo con el maestro Hachinosuke Fukuda ,de la escuela Tenshin-Sinyo ryu y, a la muerte de éste, con el maestro Tsunetoshi Iikubo de la escuela Kito-ryu. A la vez que recopila documentos y escritos de otras escuelas, con lo que el mismo creará, en 1882, una nueva escuela de Jiu-jitsu a la que pone el nombre de Kodokan- Judo.
Jigoro Kano, era un extraordinario pedagogo y a lo largo de su vida ocupara puestos de gran importancia en el Ministerio de Educación de su país. Es consciente de que el Jiu-jitsu puede ser útil a la nueva sociedad si se aprovecha aquella parte que él estima más valiosa, descartando aquellas técnicas y conceptos que, a su juicio, son desechables. Con este propósito crea su escuela, Kodokan-Judo, con una filosofía encaminada al desarrollo moral y físico del practicante, que plasma en dos principios: Seiryoku Zenyo (mejor aprovechamiento del energía) y Jitakyoie (ayuda y prosperidad mutua). Esto le supuso, al comienzo, un duro enfrentamiento con las demás escuelas de jiu-jitsu sobre las que finalmente se impuso y eclipsó, demostrando que el judo era superior.
Jigoro Kano muere en 1938. Por esa época sus alumnos ya habían extendido el judo por todo el mundo. En Europa, Gunji Koizumi en Inglaterra y Mikinosuke Kawaishi en Francia son los artífices de su posterior gran desarrollo en el continente. En España, no obstante, no es un japonés su introductor, sino que los iniciadores son un peruano, Alfredo San Bartolomé en Madrid en 1947, y un francés, Henri Birbaum en Barcelona, en 1950. El primer Campeonato de España se celebra en 1953, en Barcelona.
En 1956, tiene lugar en Tokio, el primer Campeonato del Mundo de judo. En aquel tiempo no había categorías de peso, es más, esto se consideraba una herejía por ir contra la esencia del judo, ya que en este arte de lucha uno de sus fundamentos es aprovechar la fuerza y acciones del contrario en beneficio propio. Este concepto ideal chocaba con la realidad pues en la mayoría de las competiciones, a igualdad técnica, la victoria se inclinaba casi siempre hacia los judokas de más peso. La controversia, hoy inimaginable, fue larga y dura, pero en la Olimpiada de Tokio de 1964, la primera en la que participo el judo, se impusieron tres categorías de peso, además de otra sin limite, llamada de Todas la Categorías, que es la mas importante y genuina del judo. Más adelante se paso a cinco categorías de peso, y en la actualidad son siete.
El holandés Anton Geesink fue el primer occidental en quebrar la hegemonía japonesa en este deporte. En el tercer Campeonato del Mundo celebrado en París en 1961, Geesink batió, entre otros, a los tres representantes nipones, Kaminaga, Koga, y en la final al Campeón Mundial, Koji Sone. Este hecho represento un hito no solo en el mundo del judo, fue un acontecimiento mundial que convirtió al holandés en el judoka mas conocido de todas las épocas por el gran público. La hazaña se repitió, corregida y aumentada, en el mismo corazón del Japón, donde Geesink inmovilizó en el suelo, ante el estupor de la Familia Imperial y quince mil atónitos espectadores, al representante nipón Akio Kaminaga en el combate final de la Olimpiada de Tokio 64.
El judo de competición femenino tuvo, en 1980, su primer Campeonato del Mundo, que se celebró en Nueva York. En España, el mejor palmarés lo ostentan tres judokas: Miriam Blasco e Isabel Fernandez, ambas campeonas de Europa, mundiales y olímpicas, y Almudena Muñoz, campeona olímpica y subcampeona del mundo. En el campo masculino, lo mas alto conseguido es el subcampeonato del mundo por Joaquín Ruiz y la medalla de plata olímpica de Ernesto Pérez.
El judo es hoy practicado por millones de personas en los cinco continentes. Japón sigue siendo una potencia pero ya no tiene la superioridad aplastante de otras épocas. Los países europeos, Rusia y las antiguas republicas de la Unión Soviética, Corea, Brasil, Cuba, están actualmente en un plano de igualdad en la reñida disputa por la consecución de medallas en los campeonatos internacionales; aportando, además, un estilo propio lo que convierte definidamente al judo en un deporte universal.
Judo: arte, competición y deporte para todos
Jigoro Kano, era un extraordinario pedagogo y a lo largo de su vida ocupara puestos de gran importancia en el Ministerio de Educación de su país. Es consciente de que el Jiu-jitsu puede ser útil a la nueva sociedad si se aprovecha aquella parte que él estima más valiosa, descartando aquellas técnicas y conceptos que, a su juicio, son desechables. Con este propósito crea su escuela, Kodokan-Judo, con una filosofía encaminada al desarrollo moral y físico del practicante, que plasma en dos principios: Seiryoku Zenyo (mejor aprovechamiento del energía) y Jitakyoie (ayuda y prosperidad mutua). Esto le supuso, al comienzo, un duro enfrentamiento con las demás escuelas de jiu-jitsu sobre las que finalmente se impuso y eclipsó, demostrando que el judo era superior.
Jigoro Kano muere en 1938. Por esa época sus alumnos ya habían extendido el judo por todo el mundo. En Europa, Gunji Koizumi en Inglaterra y Mikinosuke Kawaishi en Francia son los artífices de su posterior gran desarrollo en el continente. En España, no obstante, no es un japonés su introductor, sino que los iniciadores son un peruano, Alfredo San Bartolomé en Madrid en 1947, y un francés, Henri Birbaum en Barcelona, en 1950. El primer Campeonato de España se celebra en 1953, en Barcelona.
En 1956, tiene lugar en Tokio, el primer Campeonato del Mundo de judo. En aquel tiempo no había categorías de peso, es más, esto se consideraba una herejía por ir contra la esencia del judo, ya que en este arte de lucha uno de sus fundamentos es aprovechar la fuerza y acciones del contrario en beneficio propio. Este concepto ideal chocaba con la realidad pues en la mayoría de las competiciones, a igualdad técnica, la victoria se inclinaba casi siempre hacia los judokas de más peso. La controversia, hoy inimaginable, fue larga y dura, pero en la Olimpiada de Tokio de 1964, la primera en la que participo el judo, se impusieron tres categorías de peso, además de otra sin limite, llamada de Todas la Categorías, que es la mas importante y genuina del judo. Más adelante se paso a cinco categorías de peso, y en la actualidad son siete.
El holandés Anton Geesink fue el primer occidental en quebrar la hegemonía japonesa en este deporte. En el tercer Campeonato del Mundo celebrado en París en 1961, Geesink batió, entre otros, a los tres representantes nipones, Kaminaga, Koga, y en la final al Campeón Mundial, Koji Sone. Este hecho represento un hito no solo en el mundo del judo, fue un acontecimiento mundial que convirtió al holandés en el judoka mas conocido de todas las épocas por el gran público. La hazaña se repitió, corregida y aumentada, en el mismo corazón del Japón, donde Geesink inmovilizó en el suelo, ante el estupor de la Familia Imperial y quince mil atónitos espectadores, al representante nipón Akio Kaminaga en el combate final de la Olimpiada de Tokio 64.
El judo de competición femenino tuvo, en 1980, su primer Campeonato del Mundo, que se celebró en Nueva York. En España, el mejor palmarés lo ostentan tres judokas: Miriam Blasco e Isabel Fernandez, ambas campeonas de Europa, mundiales y olímpicas, y Almudena Muñoz, campeona olímpica y subcampeona del mundo. En el campo masculino, lo mas alto conseguido es el subcampeonato del mundo por Joaquín Ruiz y la medalla de plata olímpica de Ernesto Pérez.
El judo es hoy practicado por millones de personas en los cinco continentes. Japón sigue siendo una potencia pero ya no tiene la superioridad aplastante de otras épocas. Los países europeos, Rusia y las antiguas republicas de la Unión Soviética, Corea, Brasil, Cuba, están actualmente en un plano de igualdad en la reñida disputa por la consecución de medallas en los campeonatos internacionales; aportando, además, un estilo propio lo que convierte definidamente al judo en un deporte universal.
Judo: arte, competición y deporte para todos