Al rubio sueco Bjorn Borg (Sodertalje, 1956) la naturaleza dotó para ser el más grande tenista de la historia. Pero, a veces, un pájaro se niega a volar y se empeña en bucear; en ir contra su propio instinto. En 1981, a los 26 años, con 11 títulos y todavía muchísimo potencial por desarrollar, Borg se negó continuar, agobiado por un calendario exigente y sus paranoias personales. No se percató de tan grave error hasta varios años después, cuando intentó regresar a un tenis diferente, sin pena ni gloria. Antes de este período, durante y después perdió la cabeza con las drogas y las mujeres. Pulió todos sus ingresos y hundió todos sus negocios, hasta el punto de plantearse la venta de los trofeos y mudarse de su costosa residencia en Mónaco. Hubo años con hasta seis juicios por litigios de toda índole. Incluso intentó hacer carrera musical, entonando cancioncillas para el olvido. Se rumoreó su suicidio, tras mil y un problemas. "¿Te has vuelto loco?", le recriminó su gran amigo y rival, John McEnroe, en el peor momento. Sí, Borg se volvió y después no supo regresar a su hábitat natural, el tenis. Hoy vive una temporada más estable, mientras envidia la cabeza de Federer o Nadal.
Publicado en La Región (31-12-2007)