Comenzaron los
Juegos más complejos de la Historia Olímpica, con una ceremonia mesurada, por
siempre recordada por la ausencia de público general y la imponente exhibición
realizada con miles de drones en el cielo de Tokio.
Drones que suenan a fábula del cineasta Akira Kurosawa.
Una sola nación es tan frágil ante los elementos como una hoja de bambú. Todas
las naciones unidas y en paz conformarían un tronco indestructible. Ver a más
de 200 países compartiendo lugar y el mismo himno sin matarse es un logro nada
habitual en la historia de nuestro planeta.
Es el increíble poder del deporte. Supera prejuicios,
creencias, barreras y dogmas. Es un rayo de luz imposible de apagar. Se reaviva
en Japón e ilumina al mundo después de un año de oscuridad.
Ni las
guerras ni los virus terminarán, a lo sumo retrasarán, este movimiento
universal. Recuperaremos nuestra vida. Bravo por los atletas y bravo por Japón.
Publicado en La Región (25-07-2021)