El judoka argelino Feith Nourine ha abandonado los Juegos ante la posibilidad de coincidir en el torneo contra el israelí Tohar Butbul. "Ni reconocemos su bandera ni nos mancharemos las manos con ella. La causa palestina en más grande", declaró su entrenador, Amar Benihief, quien apoyó la decisión.
Toda una patada a los
ideales olímpicos. Una falta de respeto
a sus compañeros, por insinuar que coincidiría con el israelí en segunda
ronda. ¿El rival de la primera no existe? Por dejar vacante una plaza que bien
podría ocupar otro judoka no clasificado en los duros torneos preolímpicos.
Una falta de respeto
a su deporte, cuya filosofía precisamente propugna la nobleza y el
reconocimiento de árbitro y rival.
Ofensa mayor por
suceder en Japón, el lugar donde nació el Judo y se encuentra el instituto
Kodokan, equivalente a su Meca.
Una mala decisión,
quizá mal aconsejado o intoxicado por quienes viven inoculando el odio.
Denominar 'Maestro' de Judo a Benihief es un insulto a esta Arte Marcial y
quienes ostentan tal categoría en todo el mundo.
Ambos se enfrentan a
una sanción que podría terminar con la carrera deportiva de Nourine por atentar
contra los valores del Judo, los valores olímpicos y, podemos añadir, la
educación básica.
Quizá algún día recapaciten y reconozcan tan lamentable error, que frustra una experiencia única para todo deportista y su entrenador (nunca Maestro).
Publicado en La Región (26-julio-2021)