"Todo ganado y nada por demostrar. ¿Y ahora, qué?", decía al retirarse el considerado mejor portero de waterpolo del mundo, el madrileño Jesús Rollán (1968-2006). Un torbellino emocional que se decantó por la piscina después de una grave lesión de ligamentos. Un personaje que pasará a la historia, no sólo por sus medallas olímpicas y mundiales, sino por ser el artífice de un enlace real, tras presentar a su amiga la Infanta doña Cristina a Iñaki Urdagarín. Demasiado generoso, demasiado apasionado, la ausencia de competición le sumió en una profunda desazón, agravado por la separación de su mujer y la pérdida de la custodia de su hija. Drogas, problemas económicos... el último tren de la esperanza fue un Programa de Ayuda para deportistas olímpicos, que le recuyó en un centro barcelonés. Cinco meses después se precipitó desde una terraza del edificio. La transición al mundo real del deportista de elite es un choque que no todos logran encajar.
Publicado en La Región (19-02-2007)