Dos palabras sirven para describirle, Michael Jordan. O una, Jordan. O tres letras, "Air". Michael Jeffrey Jordan (Brooklyn, New York 1963) tiene la consideración de mito del deporte desde varias temporadas antes de retirarse (y de su segundo advenimiento).
Michael Jordan ha sido un extraordinario atleta -pese a que su intento en el béisbol fue un fracaso- un competidor feroz, un trabajador obsesivo y un filón para la publicidad y el emporio NBA. Levantó a una empresa menor y en quiebra como Nike -e indirectamente a su homónima española- que tuvo la inteligencia de adelantarse a una miope Adidas. Su carrera fue un cuento de hadas, al menos hasta 1997, aunque le costó su matrimonio.
Jordan creó una legión de fanáticos admiradores e imitadores de todos sus gestos durante la década de los 90. Tipos que aparecían en cualquier cancha callejera con su muñequera en el antebrazo, sus zapatillas, sus pantalones largos, su pendiente... intentando imitar -con mayor o menor fortuna- sus fintas, sus gestos, su tiro o sus entradas a canasta. Una demostración de que su estilo personal gustaba a la gente. Quizá Kobe Bryant sea hoy su descendiente natural.
El extracto de hoy pertenece al vídeo "Come fly with me", un auténtico bombazo comercial en todo el mundo. Veremos una secuencia de acciones plenas de fuerza, agilidad y dominio aéreo perfectamente coordinadas con la música. Unos minutos de su aplicación en defensa -por entonces, año 1988, sólo se le consideraba un anotador- y un pequeño bombón final con algunos movimientos majestuosos en los concursos de mates. Jordan fue un artista en este apartado, con acciones sólo posibles para su cuerpo. Fijénse, en alguno de ellos parece que levita en el espacio. Ya lo afirma él en el vídeo: "Podrá ser sólo durante algunos segundos pero sí, puedo volar".
(El vídeo se corta de forma abrupta, pero en youtube pueden disfrutar de la película entera).