Los recientes atentados en Bombay prueban una vez más que el terrorismo islámico en particular y el Islam en general son el nuevo enemigo de nuestra cultura occidental. Afirmarlo otorga de forma inmediata la etiqueta de "racista" impuesta por los ideólogos progres, los inocentes de buena fe con aspiraciones a mártires y los idiotas sin remedio que, como bien dice el probervio ruso "pasean por el bosque y sólo ven leña para cortar".
Muchos de los ciudadanos de a pie, en especial los de las grandes ciudades, sufren a diario los problemas de la "multiculturalidad" mal integrada. Ellos no tienen voz en los medios ni se atreven a quejarse por el miedo al qué diran. Entre los que sí pueden -periodistas, políticos o miembros relevante de la sociedad- predomina lo políticamente correcto, la pulcritud ecológica en las palabras y la sostenibilidad del discurso. Es decir, la vacuidad.
El historiador británico Michael Burleigh no pertenece a esta cuadrilla. No busca el halago ni la complacencia del resto. Investiga, reflexiona y opina sobre el mundo que vivimos, advirtiendo desde hace años que Occidente, Europa concretamente, cierra los ojos ante los problemas que vienen y ya están entre nosotros, cediendo en todos los aspectos a las imposiciones de los musulmanes. La razón y el Islam no son compatibles, tapar el enfrentamiento con paños tibios en lugar de afrontarlo nos va a costar más caro y penoso a la larga. ¿No era Hitler un loco simpático a los ojos del resto del mundo en los años 30, cuyas amenazas sólo eran pataleos para hacerse notar? Lean a Burleigh, un estudioso de los motivos y el desarrollo del Terrorismo.