Hace unos semanas abordamos en nuestra página de La Región el gran mérito del atleta sudafricano Óscar Pistorius, a quien amputaron sus piernas con apenas 13 meses y ahora es capaz de competir con rivales completos, gracias a unas prótesis de fibra de carbono tan bien diseñadas que provocaron una discusión mundial sobre si adulteraban o no su rendimiento.
Discusión aparte, nunca dejaremos de reconocer la enorme fuerza de voluntad y carácter de Pistorius para superar los miles de obstáculos que se habrá encontrado desde su tierna infancia. La educación sin compadecimientos nocivos recibida y, sin duda, el haber sufrido la tragedia cuando apenas era consciente del mundo que le rodeaba, jugaron a su favor.
En nuestro mágico deporte hay una larga lista de hombres y mujeres que superaron problemas de todo tipo para hacer realidad sus sueños. A todos los niveles. Veamos dos casos diferentes. El del jugador NBA Gerald Green y el del utillero Jason McElwain.
Todos los adictos al baloncesto conocen a Gerald Green. El actual jugador de Minnesotta y campeón del Concurso de Mates tuvo serios problemas para jugar y acceder a la NBA. Por sus malos resultados escolares en la etapa estudiantil y por cierta resistencia de los entrenadores a confiar en una jugador al que extirparon dos falanges del dedo anular de su mano derecha, fundamental en la técnica de tiro. Green los había perdido al colgarse de un peligroso aro cuando era un pitufo. Pero este chico se mueve tan bien por el aire que casi no necesita lanzar. De momento, su sueño sigue vivo. El del resto de los mortales sería volar como él. Impresionante.
El segundo caso nos reconcilia con el baloncesto. Jason McElwain es un joven autista (no se especifica el grado, pero es evidente que no es un caso extremo) que desempeñaba la función de utillero en el equipo High School (el equivalente a nuestros Institutos) Greece Athena, en el estado de Nueva York. Popular y muy querido entre sus compañeros, el entrenador aprovechó el último partido para concederle unos minutos de juego, en premio a su ilusión y trabajo durante toda la temporada. Mc Elwain salió a la pista y, después de lanzar una primer tiro que no tocó el aro, enlazó ¡seis triples seguidos! ante el asombro y la euforia de un público entregado. Unas imágenes que nos acercan la verdadera esencia del deporte y son dignas de una película de Hollywood (ya en preparación, por cierto). Un cuento de hadas protagonizado por otro héroe cuyo corazón supera cualquier adversidad. Como Pistorius.
Discusión aparte, nunca dejaremos de reconocer la enorme fuerza de voluntad y carácter de Pistorius para superar los miles de obstáculos que se habrá encontrado desde su tierna infancia. La educación sin compadecimientos nocivos recibida y, sin duda, el haber sufrido la tragedia cuando apenas era consciente del mundo que le rodeaba, jugaron a su favor.
En nuestro mágico deporte hay una larga lista de hombres y mujeres que superaron problemas de todo tipo para hacer realidad sus sueños. A todos los niveles. Veamos dos casos diferentes. El del jugador NBA Gerald Green y el del utillero Jason McElwain.
Todos los adictos al baloncesto conocen a Gerald Green. El actual jugador de Minnesotta y campeón del Concurso de Mates tuvo serios problemas para jugar y acceder a la NBA. Por sus malos resultados escolares en la etapa estudiantil y por cierta resistencia de los entrenadores a confiar en una jugador al que extirparon dos falanges del dedo anular de su mano derecha, fundamental en la técnica de tiro. Green los había perdido al colgarse de un peligroso aro cuando era un pitufo. Pero este chico se mueve tan bien por el aire que casi no necesita lanzar. De momento, su sueño sigue vivo. El del resto de los mortales sería volar como él. Impresionante.
El segundo caso nos reconcilia con el baloncesto. Jason McElwain es un joven autista (no se especifica el grado, pero es evidente que no es un caso extremo) que desempeñaba la función de utillero en el equipo High School (el equivalente a nuestros Institutos) Greece Athena, en el estado de Nueva York. Popular y muy querido entre sus compañeros, el entrenador aprovechó el último partido para concederle unos minutos de juego, en premio a su ilusión y trabajo durante toda la temporada. Mc Elwain salió a la pista y, después de lanzar una primer tiro que no tocó el aro, enlazó ¡seis triples seguidos! ante el asombro y la euforia de un público entregado. Unas imágenes que nos acercan la verdadera esencia del deporte y son dignas de una película de Hollywood (ya en preparación, por cierto). Un cuento de hadas protagonizado por otro héroe cuyo corazón supera cualquier adversidad. Como Pistorius.