Ni Eurocopa ni crisis. El único tema de verdadero interés durante este fin de semana no fue otro que la boda de Belén Esteban. Sí, la ex mujer de un conocido torero de Ubrique, cuya familia, incluídos padre, queridas, madre, hermanos, cuñadas y tías forman el dream team de lo hortera y chabacano. Campeón de los últimos torneos, siempre en dura pugna contra la familia de Farruquito.
La muchacha en cuestión, colaboradora en el programa de la escritora y profunda analist
a Ana Rosa Quintana -de quien esperamos con ansiedad su próxima novela, si cabe mejor que la primera- contrajo matrimonio en loor de multitudes, con un apuesto muchacho llamado Fran. Acto al que acudieron la nada despreciable cifra de cuatrocientos y pico invitados -ya puede poner cañas el afortunado marido para recuperar el despilfarro- más un ejército de señoras con mucho tiempo libre y pocas inquietudes. Soporte indestructible donde se apoya el formidable emporio de la industria del corazón y la charcutería.
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Para cubrir el a
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El programa esbozó un perfil de la Esteban, cuya profundidad, desconocíamos, podría compararse a damas como Margaret Thatcher, Juana de Arco o Golda Meir. Sazonado con el sorteo de varios viajes y el aplauso borreguil de un público que debía ser inmediatamente embarcado con destino a Siberia. O a una consulta con el dentista de Sensodyne, cuya expresión y semblante incitan directamente al suicidio.
También se aportaron datos de extremado interés, quizá comparables a los secretos del 11-M, el asesinato de J.F.K. o el caso Watergate. Que Belén se lió con el diyei por despecho a
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