Ya estamos aquí. Medio mundo escuchó el pasado domingo el suspiro de un país de privilegiada situación en el Planeta y forma de piel de toro. España superó los cuartos de final de la Eurocopa después de un agónico partido, y lo celebró casi como si hubiese ganado la final.
Porque ganar a Italia es siempre meritorio. Fieles a nuestro estilo, periodistas y entendidos auguraban una victoria segura española, incluso hasta la segunda parte. Bueno, tan segura como esas que se logran después de dos prórrogas y una tanda de penaltis en la que sólo nos pudimos permitir fallar uno. La locuacidad y, en muchas ocasiones, mal gusto de nuestros medios de comunicación parecían ignorar que Italia es la actual campeona del Mundo y merecía un respeto. Que este equipo no posee la calidad técnica de España -salvo Camonaresi, Toni y Buffon el resto son, en teoría, simplones- pero supo jugar, supo manejar el tempo del partido, supo a quien presionar, supo defenderse, sufrir, y buscar sus contadas ocasiones. (Por un momento imaginemos que los italianos aprovechan una de ellas. A ver quien era el guapo que saca después el trolebús de su portería, contra estos maestros en matar partidos. Igual se nos atragantaban los espaguetis).
No quitemos los méritos de España, y menos en esta ocasión. Nuestra selección atacó constantemente, lejos de diluirse cual azucarillo como en ocasiones anteriores. No era un partido para jugones y tiki taka. Era un partido para aunar talento, sufrimiento e inteligencia contra una columna espartana que sólo abre los escudos para clavar la lanza. Un partido donde no nos podíamos permitir llorar al árbitro ni poner la otra mejilla. Un partido con final propicio para sacar el instinto asesino en el momento adecuado. Así se hizo, manteniendo a todo el país al borde del infarto.
Todo un acontecimiento, y sólo fue el acceso a una semifinal. Los pronósticos indican que Rusia, temible rival, propicia el mejor estilo español, pero no ganemos el partido derrochando toneladas de palabras baratas. Que hablen los artistas en el campo. En mi opinión, creo que los jugadores de Aragonés al menos lo van a hacer con la mente fresca, sin la presión de plomo de la Maldición de los Cuartos. (Por cierto. Luis Aragonés, a quien el 90% de los entendidos periodistas y gran parte de aficionados calificaban como viejo caduco, cascarrabias e ignorante. Ahora alaban su estilo, dirección y decisión por dejar a Raúl González en casa ¿Se acuerdan ahora los mismos del capitán del Real Madrid? ¡Qué país!).
Los 10 últimos minutos del partido retransmitidos por la cadena CUATRO.