¿El mejor partido de la Historia? No me gustan estos calificativos porque en el futuro otros encuentros superarán a esta Final Olímpica, como esta ya ha superado a los anteriores. Lo cierto es que el España-Estados Unidos ha sido un regalo para los sentidos, un jamón pata negra con un queso de primera calidad. Uno cubre al otro antes de entrar en la boca, donde se paladea lentamente. La España que intuíamos pero no habíamos visto antes contra un extraordinario equipo de auténticos NBA.
Las opciones españolas eran reducidas: encontrar la musa de la inspiración (sí), controlar el rebote contra una manada de felinos (sí), encajar los golpes y devolverlos (bravo), esperar un mal día en el lanzamiento exterior estadounidense (imposible ayer), un arbitraje FIBA (sic) y reducir al mínimo las pérdidas de balón (complicado).
La derrota no es un fracaso. España ha obligado a Estados Unidos a mantener a sus figuras en la pista al máximo rendimiento. Números uno como Kobe, Lebron James -al que un conocido ex jugador y ahora comentarista considera "mediocre"-, Wade, Melo Anthony, Kidd, Howard... Tuvieron que emplearse a fondo. Hubiesen perdido de lo contrario. En Pekín se han comportado y han jugado como un equipo. Una de las buenas características del pueblo estadounidense es que aprenden de los errores. Han planificado con seriedad estos Juegos -el ya conocido como equipo de la Redención- y han logrado un merecido oro porque fueron los mejores. (Hay que puntualizar que el arbitraje ha sido muy permisivo con sus continuas infracciones en los pasos y defensa al límite).
Por parte de España se ha comprobado que los jugadores geniales siempre aparecen en los momentos importantes. Navarro estuvo sensacional -le faltó alguna bombita más- los triples y el mate in your face de Rudy pertenecen ya a la Real Academia -lástima esa falta innecesaria a Kobe- Ricardiño es un Mozart con espléndido futuro -si bien Raúl López mereció más minutos a mi juicio- Reyes y Marc Gasol se partieron la cara y anotaron bajo el aro, Carlos Jiménez mostró su demoledora discreción y efectividad, Pau es tan bueno que me dejó la sensación de que podría haberlo hecho mejor -asumir los tiros y no renunciar a forzar faltas bajo el aro... Un 10 en general, me quedo con la duda de qué hubiese sucedido si Aíto ordenase la defensa 1-3-1 o hubiese solicitado algún tiempo muerto más.
Pero lo mejor fue ese sentimiento de "nada es imposible" en la cancha. La garra y el talento del equipo nos hizo sentirnos orgullosos de ser españoles. Nadie bajó la cerviz ni mostró complejos. Respondió (o lo intentó) a todos los apretones estadounidenses. Los tuteó e incluso toreó en determinados momentos -extraordinario Rudy Fernández, capaz de hacernos saltar del sillón un domingo a las nueve de la mañana- enseñándoles que Europa ha progresado y que el baloncesto ya no es un paseo para ellos cuando salen de los U.S.A. Si en la próxima no traen a los mejores, perderán.
Guarden este partido al lado de los puros y el coñac. Ábranlo y degústenlo sólo en ocasiones especiales, ante un público selecto y entendido. La belleza de este maravilloso juego llamado baloncesto, que el fallecido José Antonio Gasca definió "como cinco jugadores haciendo ballet con una pelota en movimiento". Así, la vida es bella.