SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

lunes, 18 de agosto de 2008

LA GLORIA Y LA DESGRACIA


Los Juegos siempre nos dan oportunidad de contemplar la grandeza y la desgracia del deporte. Lo primero lo sentimos con nuestro admiradísimo Rafa Nadal, niño de nuestros ojos por su capacidad física, su técnica, su trabajo, su capacidad de sufrimiento y su indomable caracter de ganador. En mi opinión este chico lo reúne todo, además de una envidiable juventud que puede convertirle en el más grande de todos los tiempos (ojo, ha llegado a la cúspide pero ahora tiene que aprender a defenderse en ella).

De su extraordinaria competición en Pekín me quedo con el partido de semifinales contra un excepcional Novak Djokovic. El serbio lo tuvo contra las cuerdas en el segundo set, pero este muchacho está forjado en el acero de los mejores competidores. Los últimos puntos del partido son espectaculares, maravillosos. Nadal termina tan exhausto como feliz, con su clásica celebración con los puños al cielo. Djokovic se retira llorando, destrozado tras un partido en el que se entregó a fondo sin premio. Su esfuerzo tuvo recompensa con el Bronce. La recompensa de Nadal es el Olimpo de los Dioses.


Los últimos puntos de Rafa Nadal contra Djokovic (TVE)



Pero el deporte, como la vida, también tiene momentos de tristeza, desgracia o infortunio. El ejemplo fue la atleta española Marta Domínguez. Luchaba por la medalla de bronce -quizá la plata- en la final de los 3.000 metros obstáculos, pero no calculó bien o iba un poco forzada, y tropezó con una valla. La palentina se dio un buen golpe. La mezcla entre el impacto y el súbito parón con el corazón a muchas pulsaciones la dejó mareada. La agónica lucha por continuar la carrera contra su propio cuerpo, que no puede obedecer, es impactante.

Marta es un ejemplo que bien podría enseñarse entre los más jóvenes competidores. En el fragor de la batalla intentó luchar hasta el final. Terminada la contienda se mostró magnánima en la derrota, aceptando el error sin darle mayor importancia. La vida sigue y es más importante que una carrera de varias señoritas en pantalón corto. Lo volverá a intentar en la próxima ocasión. Pocos deportistas aceptarían el castigo con tanta determinación. Será por ello que existen pocos como esta heroica palentina.